“Uno de los requisitos que una clientela distinguida exigía a las aguas termales era su ‘conveniencia’. Como atestigua Emilia Pardo Bazán, algunas estaban socialmente mejor consideradas que otras. Y afirmaba: ‘Entre las aguas minerales las hay que es honroso beber, y las hay que es sospechoso y denigrante. No he de especificar estas últimas, líbreme Dios, por lo mismo que su nombre, virtudes y efectos están en la memoria y en la mente de todos, pero al frente de las primeras, de las que viste bien tomar y necesitar, figuran las bicarbonatado-sódicas –Vichy, Mondariz–. Sin afirmar que sólo acuda a estas fuentes la gente de entendimiento, de verdadera actividad cerebral y de alta cultura, digo que en ellas siempre la he visto en mayoría”, señala Yolanda Pérez Sánchez, responsable del texto histórico correspondiente a la magnífica obra titulada Buvette. Fundación Mondariz Balneario, Aguas de Mondariz. Fuente del Val, S.A., 2008.