Algo por lo que siento una admiración sin límites rayando en la obsesión, es la aviación. Comprendo, pero no entiendo muy bien, cómo un aparato más pesado que el aire pueda alzarse de la tierra y surcar los cielos con la misma templanza –y posiblemente mejor– que un águila. Misterio, combinación de leyes o lógica aplastante apoyada en la concepción que tiene el hombre de sus propios valores.