Opinión

Muy querida nieta Cristina: Te escribo unas líneas urgentes para que no se me olvide lo que ayer debatimos en la agrupación ‘Cristina da Fonsagrada’. 

De pronto, pero no de improviso, inesperadas y numerosas cantidades de españoles inundaron este 14 de abril la Puerta del Sol y mil otras plazas del país, ondeando vigorosa y firmemente la legendaria bandera tricolor: violeta, amarillo, rojo, de la República española, acompañada de viva voz por consignas tan actuales como concretas.

Sólo una sociedad enferma como la española puede digerir el absurdo despliegue mediático relacionado con la minibomba que mató a tres personas en Boston.

A veces el exceso termina siendo una maldición, o por lo menos una traba para el crecimiento. Suele hablarse de la incapacidad, con las excepciones del caso, de superación de quienes nacen en “cuna de oro”, son famosos los desaguisados promovidos por los “niños bien” argentinos tirando manteca al techo en los cabarets parisinos, donde derrochaban el dinero que manaba como desde una mágica fuente desde las llanuras pampeanas abarrotadas de vacas gordas.

La juventud es un mal que no hay dinero ni cirujano plástico que combata: sólo se cura con la edad, pero se cura siempre.

El gentilicio de Catar es catarí. Suena casi como “tararí que te vi”; una señal que hacían los niños con la mano en la nariz indicando que poco les importaba lo que se les pudiese hacer.

El fallecimiento de Margaret Thatcher ha sido observado casi por consenso como el final de una era “gloriosa” para el neoconservadurismo en Gran Bretaña, Europa y EE UU.

Me adormezco como los hombres cansados de haber vivido demasiado: entre una duermevela apesadumbrada esperando el crepúsculo matutino que llega por el Este. También lo hacen los vientos temerarios y los afligidos nubarrones.

Como cocinero, siento un placer indescriptible frente al fuego. Me da seguridad saber dominarlo, lograr que ejerza sobre los alimentos la intensidad necesaria para lograr cocciones precisas, transformar la materia prima en manjar, generar aromas y sabores entrañables.

Dona Diáspora está triste e aos seus anos as vellas feridas mal curadas producen fortes estragos nun corpo afectado por máis dun século de morriña emigrante.

Después de las terribles inundaciones en las ciudades de Buenos Aires y La Plata, queda el regusto amargo de la impotencia ante las imágenes de miles de personas que lloran a sus muertos, y lamentan cómo el fruto de sus esfuerzos quedó reducido a un vacío trágico.

A ver cómo le explicamos a una hipotética cultura extraterrestre –que nos observa con interés desde otra galaxia– que los poderes que orbitan el bipartidismo nacional están “preocupados” por la marca España tras la imputación de la infanta y diversos choriceos de la familia real española.

El expresidente de Caixa Galicia José Luis Méndez López mandó al hijo al Concello da Coruña a devolver el título de Hijo Ilustre de A Coruña que le otorgara el Concello.

Llama la atención la crisis económica chipriota y la oferta de paz en el Kurdistán turco, ambos aspectos de marcado interés estratégico geopolítico para Europa, especialmente en su periferia mediterránea y oriental.

La variedad de matices de la existencia se centra en sus dramas y pasiones, en hechos insignificantes pero sublimes a la hora de valorar la vida como un todo.

Singular, hasta trágico destino el de Robert Desnos. Nacido justamente con el siglo, el 4 de julio de 1900, y nada menos que en el barrio des Halles de París...

Cuando uno lee a los clásicos, cuando busca en las escenas del cine o del teatro las visiones del cosmos, cuando un cuadro o una escultura nos hacen elevarnos, uno debería abrir los ojos.