Opinión

La historia del Hombre es el proceso mediante el cual éste lucha por domeñar la Naturaleza. Verdad devenida en lugar común que hoy se nos presenta como intento precario e inútil frente a las incontrolables fuerzas telúricas.
Canarias en el espíritu de Cuba es el libro escrito por la ensayista cubana Olivia América Cano Castro, nacida en Colón, Matanzas, en 1947. Licenciada en Historia y Educadora, se especializó en Procesos de Organización y Dirección de la Cultura en los Institutos Superiores de los Ministerios de Cultura de la URSS, Alemania y Hungría.
Hace unas horas, había en este espacio un artículo sobre la semifinal mundialista entre Argentina y España y sobre la esquizofrenia de escribir su crónica precisamente en este periódico trasatlántico. Era un artículo para calentar a las aficiones en el que se prolongaba durante semanas un empate como en el tenis, donde hay que ganar por ventaja de dos.
Para ver con claridad, a menudo hay que alejarse, serenar el espíritu, viajar mental o físicamente al otro lugar, lejos del punto de fuga, para lograr una perspectiva adecuada, la objetividad necesaria, y comprender. Por siglos, las familias acomodadas incluían en la educación de sus hijos algún viaje iniciático, recorrer mundo para volver con la experiencia y la madurez necesaria para encarar los negocios o ejercer la profesión elegida.
Entre documentos viejos descubrimos una carta de madre. Durante los años de desarraigo, las pertenencias personales se han ido perdiendo y, con ellas, las ataduras más íntimas de mis evocaciones.Cuando murió, yo estaba lejos.
Legado social de los españoles en Cuba es el título de la obra escrita por Dolores Guerra López y editada por el ‘Grupo de Comunicación de Galicia en el Mundo’ en Vigo, 2008. Con maquetación de Héctor Silva Fernández, pertenece a la colección ‘Crónicas de la Emigración’, bajo los auspicios del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y la Dirección General de Emigración.
Mencionamos en la nota anterior la figura del cacique y su correlato en la emigración, y no pudimos evitar una sonrisa melancólica, triste, y recordar los dibujos de Castelao, al hablar con un buen amigo. Se trata de un entusiasta gallego nacido en Buenos Aires, ama a la tierra de sus padres a la que, por supuesto, considera suya.
A los españoles les encanta lo público. Quieren una sanidad pública cada vez más avanzada y al ciudadano le espanta el debate sobre el copago sanitario. También están encantados con tener un montón de soldados públicos que cuestan un dineral y enviarlos a pegar tiros (si no fueran a pegar tiros y fuesen por otro motivo se habrían enviado médicos) a países seleccionados por otros gobiernos.
Me tocó conocerlo, hace no pocos años, en una de esas librerías que honraban Buenos Aires, no dedicada al castellano sino a otras lenguas europeas, entre ellas el portugués, y que fueron barridas –como tantas iniciativas loables– por el maremoto de la banalidad globalizada. Aún de espaldas se parecía al Quijote, y no sólo por el talante humanista y gentil: era alto, más que delgado, casi cenceño.
A nosa vella dona Diáspora está sendo contaxiada polos berros dos seareiros que comentan polos bares e tabernas as xogadas do equipo vermello. Aínda que por orixe as súas cores son as azuis e brancas da bandeira galega tamén leva no seu corazón outras dúas camisetas. Son as da Arxentina e do Uruguai.
En la repisa de los libros manoseados custodios de una vida, están las obras de José Saramago, escritor al que descubrimos hace años, en un tiempo de poco reconocimiento literario fuera de Portugal, su país nativo. Leyéndolo, nos saltábamos páginas cansinas. Otras las devorábamos con pasión perturbadora.
Si enciendes el televisor, verás redonda la pantalla, circulares las caras de los comunicadores, en repetida curva todas las palabras… Fuera del balón, de la pelota de fútbol, no hay otras esferas de interés; noticias significativas caen y dan bote en la redondela nebulosa de la tontería…Ayer jugué una combinación de números de lotería que sigo desde hace dos años.
La escritora cubana Elba Torres Rondón es la autora de 20 mujeres y una leyenda, libro editado por el ‘Grupo de Comunicación de Galicia en el Mundo’, Vigo, 2010, y que hace escasas semanas ha sido presentado, junto con otras obras de la misma colección, en el transcurso de la ‘Feria del Libro’ de Buenos Aires. Al norte del libro, dos citas literarias: una estrofa del ‘Alalá de Noia’, de J.B.
“Ricardo Reis abrió el libro, vio unas señales incomprensibles, unas rayas negras, una página sucia. Ya me cuesta leer, dijo, pero incluso así voy a llevármelo. Para qué, para dejar al mundo aliviado de un enigma. Salieron de casa, Fernando Pessoa observó aún, no lleva usted sombrero, Sabe mejor que yo que allá no se lleva. Entonces vamos, dijo Fernando Pessoa. Vamos, dijo Ricardo Reis.
El mordaz pincel y la pluma filosa de Castelao trazaron muchas veces el perfil del cacique, personaje omnipresente en nuestra entrañable Galicia rural y marinera.
Ya hay suficiente tinta en el mundo dedicada a recordar al fallecido José Saramago. No voy a decir nada suficientemente bueno como para ocupar toda la columna alabando a una persona que demostró que el llamado ‘rojo de mierda’ puede ser, y debe ser, un ciudadano con los rasgos del amor y del humor muy marcados.
La brisa se ha vuelto sosiego en la tierra de nuestros mayores. Han salido las bicicletas al encuentro de las alamedas, y hay un gorgoteo de risas conventuales en las plazas y calles. De vez en cuando llueve, y un sudor penetra por los ojos, baja entre los pliegues de la piel, y se adormece en los aluviones de una querencia furtiva.Hace días que intentamos leer y es imposible hacerlo.
El pequeño burgués es el hombre que se ha preferido.Gorki Es importante releer. Es fundamental releer. Poco a poco vamos descubriendo en cada página un universo. Nos resulta imposible en una sola lectura descubrir aquello que las grandes obras, que los grandes poemas nos presentan.  Somos otros; aquello que vimos hace diez o veinte años lo miró otro, lo sintió otro.
Estoy observando el retrato de Simón Bolívar pintado en Quito por Antonio Salas en 1829. Ha pasado a la Historia, al igual que el prócer argentino José de San Martín, con el sobrenombre de ‘El Libertador’ debido a la trascendente misión que ejerció en la independencia de varias naciones sudamericanas.
Aunque haya debido pagar una vez más las consecuencias de sus iniciativas justicieras, aunque sus detractores y sus enemigos se feliciten entre sí estruendosamente, aunque se imaginen que han conseguido apartar de su camino ese obstáculo que tanto, tanto y tanto los irritaba, el juez Benjamín Garzón no ha fracasado.