La pasada noche, en Caracas, la ciudad en la cual moro, más que vivo, un mozalbete, rudo, desgarbado, conocido en el lugar por sus malas mañanas y unido ahora a los círculos violentos del chavismo, me espetó: -Eres un miserable extranjero y vas a comer tierra.No dijo nada más cierto. Extranjero, eso es lo único que en verdad he sido siempre hasta varar en esta tierra de gracia ahora jareada en un vendaval político hendido de arbitrariedades.