RECLAMAN MÁS COOPERACIÓN DESPUÉS DE QUE LA TRAGEDIA HUMANA YA NO TENGA “TIRÓN MEDIÁTICO”

Las universidades de la región invitan a la reflexión tras la catástrofe de Haití

Las universidades públicas de Castilla y León informaron de que, “ante la grave catástrofe humana desencadenada por el terremoto del pasado 12 de enero en Haití, y especialmente en su capital, Puerto Príncipe, la universidades públicas de Castilla y León quieren expresar su condolencia con las víctimas y su más profunda consternación por la terrible tragedia que viven millones de haitianos”.
Las universidades de la región invitan a la reflexión tras la catástrofe de Haití
 Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca.
Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca.
Las universidades públicas de Castilla y León informaron de que, “ante la grave catástrofe humana desencadenada por el terremoto del pasado 12 de enero en Haití, y especialmente en su capital, Puerto Príncipe, la universidades públicas de Castilla y León quieren expresar su condolencia con las víctimas y su más profunda consternación por la terrible tragedia que viven millones de haitianos”.
A través de un comunicado conjunto, explicaron que “en estos momentos de conmoción y de avalancha de impactantes imágenes que acercan a la dramática situación en las que viven millones de seres humanos, es momento para la actuación urgente, pero también para la reflexión”.
Por este motivo, indicaron que “de cara a la respuesta urgente y con el objetivo de hacer efectivas las acciones de solidaridad con el pueblo haitiano, las universidades proponen seguir el protocolo aprobado por la Conferencia de Rectores Españoles (CRUE) de 4 de abril de 2006, donde se recomienda que las ayudas de emergencia se canalicen a través de los cauces ya preestablecidos”, porque, según opinaron, “es preferible vehicular la contribución a través de organizaciones que ya desarrollasen su actividad en las zonas afectadas o que puedan garantizar una intervención efectiva y rápida”.
Por otro lado, añadieron que en el apartado de la reflexión hay que recordar que “Haití es el país más pobre del continente americano, con un PIB per cápita unas 30 veces inferior al de España y una tasa de analfabetismo cercana al 40 por ciento”. El 42 por ciento de la población tiene dificultades para acceder a agua potable y el 72 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza, con ingresos inferiores a 2 dólares diarios.
A esta situación, añadieron, se ha llegado a partir del abandono en que se dejó al país tras su Declaración de Independencia de Francia y la abolición de la esclavitud en 1804. Las situaciones políticas adversas y la carga de la deuda externa han sido dos de los graves obstáculos que Haití nunca logró superar, y sobre los cuales la comunidad internacional no puede eludir su responsabilidad.
Las cuatro instituciones afirmaron que “la ayuda más inmediata requerida en las crisis humanas se sitúa en el campo de la intervención sanitaria, rescate de heridos, logística, restablecimiento de los servicios, prevención de epidemias, entre otras”.
Además, opinaron que “lamentablemente, una vez superado el punto más álgido de la crisis, empezarán las labores de reconstrucción”, y destacaron que “no es tan seguro que se viva el mismo tirón mediático”.
Por ese motivo, afirmaron que “asumiendo las limitaciones en la ayuda más urgente, es importante que las iniciativas de cooperación internacional para el desarrollo se sostengan e incrementen en el futuro inmediato para paliar las consecuencias de esta catástrofe y prevenir las de aquellos países que como Haití, viven en condiciones de pobreza permanente y son vulnerables a catástrofes similares”.
Las universidades públicas de Castilla y León, continuaron, “limitadas en su capacidad de acciones urgente, están comprometidas con la Cooperación Internacional para el Desarrollo en su ámbito más específico: la educación”.
Según recordaron, “convencidas de que la educación es la base de un desarrollo humano sostenible, las universidades se comprometen a contribuir a la restauración de la formación académica superior en los centros de las zonas devastadas, enviando materiales y facilitando la acogida de estudiantes o las estancias académicas de profesores, como vienen haciendo en su labor de Cooperación Universitaria al Desarrollo en numerosos países empobrecidos”.
En la declaración se recoge también que “el impacto mediático puntual que sigue a una catástrofe natural produce una importante sensibilización en la sociedad y lleva a la movilización de importantes recursos económicos, sin embargo, no se puede olvidar la catástrofe humana permanente en la que viven millones de seres humanos”.
Sobre este aspecto incidieron y afirmaron que en 2009, el número de personas subnutridas se incrementó en más de 100 millones alcanzando la cifra récord histórica de 1.020 millones de personas que sufren hambre. Ello causa la muerte anual de más de 6 millones de niños por problemas de malnutrición. En el caso de África, la desnutrición alcanza al 30 por ciento de la población. Esta “catástrofe humana permanente” ya no es objeto de impacto mediático y los recursos económicos que se movilizan en cooperación internacional para el desarrollo en muchos casos descienden, como lamentablemente ocurre en los presupuestos de nuestra Comunidad para el presente año.
Por último, agregaron que “por muy dolorosas que puedan ser las imágenes que se reciben a través de los medios de comunicación, no se debe olvidar que la ingente cantidad de muertos, heridos y desaparecidos, no la ha causado sólo un terremoto, sino la situación de extrema pobreza en la que sobreviven millones de seres humanos”, al tiempo que afirmaron que “este es sin duda el principal problema de una sociedad globalizada pero terriblemente desequilibrada”.
Por tanto, destacaron que “frente a este problema estructural, la Universidad tiene el deber moral de abordar el reto del desarrollo en todas sus dimensiones: tecnológica, social, política, económica, medioambiental, etc. Desde las diferentes áreas de conocimiento y especialidades, la Universidad debe asumir el compromiso social de abordar el sinfín de problemas específicos que se plantean para satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos”.