Las Universidades de la región hacen un llamamiento a la reflexión

Las Universidades de la región hacen un llamamiento a la reflexión
Las universidades públicas de Castilla y León expresaron a través de una declaración conjunta, su “condolencia con las víctimas” y su más “profunda consternación” por la terrible tragedia que viven millones de haitianos tras la catástrofe humanitaria en aquel país, y especialmente en su capital, Puerto Príncipe, y aseguran que es estos momentos de conmoción es necesaria “la actuación urgente, pero también la reflexión” sobre la dramática situación en las que viven millones de seres humanos.
De cara a la respuesta urgente y con el objetivo de hacer efectivas las acciones de solidaridad con el pueblo haitiano, las universidades siguen el protocolo aprobado por la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) de 4 de abril de 2006, donde se recomienda que las ayudas de emergencia se canalicen a través de los cauces ya preestablecidos. “Es preferible vehicular nuestra contribución a través de organizaciones que ya desarrollasen su actividad en las zonas afectadas o que puedan garantizar una intervención efectiva y rápida”, precisa el texto.
La declaración de estas instituciones académicas precisa que Haití es el país más pobre del continente americano, con un PIB per capita 30 veces inferior al de España y una tasa de analfabetismo cercana al 40 por ciento. El 42 por ciento de la población tiene dificultades para acceder a agua potable y el 72 por ciento vive bajo el umbral de la pobreza (ingresos inferiores a dos dólares diarios). Una situación en la que se encuentra tras su Declaración de Independencia de Francia y la abolición de la esclavitud en 1804. Las situaciones políticas adversas y la carga de la deuda externa han sido dos de los graves obstáculos que Haití nunca logró superar, y sobre los cuales “la comunidad internacional no puede eludir su responsabilidad”.
También ponen de relieve que una vez superado el punto más álgido de la crisis, empezarán las labores de reconstrucción, y no es tan seguro que haya “el mismo tirón mediático”. “Asumiendo nuestras limitaciones en la ayuda más urgente, es importante que las iniciativas de cooperación internacional para el desarrollo se sostengan e incrementen en el futuro inmediato para paliar las consecuencias de esta catástrofe y prevenir las de aquellos países que, como Haití, viven en condiciones de pobreza permanente y son vulnerables a catástrofes similares”, continúa la declaración.
También subrayan que están comprometidas con la cooperación internacional para el desarrollo en su ámbito más específico: la educación. Convencidas de que la educación es la base de un desarrollo humano sostenible, las universidades “se comprometen” a contribuir a la restauración de la formación académica superior en los centros de las zonas devastadas, enviando materiales y facilitando la acogida de estudiantes o las estancias académicas de profesores, como vienen haciendo en su labor de cooperación universitaria al desarrollo en numerosos países empobrecidos.
Por otra parte, insisten en que el impacto mediático puntual que sigue a una “catástrofe natural” produce una importante sensibilización en la sociedad y lleva a la movilización de importantes recursos económicos. Sin embargo, no se puede olvidar la “catástrofe humanitaria permanente” en la que viven millones de seres humanos. En 2009, el número de personas subnutridas se incrementó en más de 100 millones alcanzando la cifra récord histórica de 1.020 millones de personas que sufren hambre. Ello causa la muerte anual de más de seis millones de niños por problemas de malnutrición. En el caso de África, la desnutrición alcanza al 30 por ciento de la población. Esta “catástrofe humanitaria permanente” ya no es objeto de impacto mediático y los recursos económicos que se movilizan en cooperación internacional para el desarrollo en muchos casos descienden, como lamentablemente ocurre en los presupuestos de la Comunidad para el presente año.
La cooperación internacional para el desarrollo es necesaria, aunque no suficiente, para combatir esta “catástrofe humanitaria permanente” y debe contribuir a un estado de desarrollo que permita paliar, preventivamente, las consecuencias de catástrofes naturales como este terremoto de Haití.
También señalan que por “muy dolorosas” que puedan ser las imágenes que recibimos a través de los medios de comunicación, no debemos olvidar que la ingente cantidad de muertos, heridos y desaparecidos, no la ha causado sólo “un terremoto”, sino la situación de extrema pobreza en la que sobreviven millones de seres humanos. “Este es sin duda el principal problema de una sociedad globalizada pero terriblemente desequilibrada. Frente a este problema estructural, la Universidad tiene el deber moral de abordar el reto del desarrollo en todas sus dimensiones: tecnológica, social, política, económica, medioambiental, etc”.