JOSÉ MANUEL DÍAZ, RESPONSABLE DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL SINDICATO CHILENO CUT

“El cooperativismo existió en Chile en los años 50, pero fue destruido y desarmado totalmente”

Un grupo de 15 sindicalistas chilenos visitó la semana pasada Castilla y León a raíz de un acuerdo con CC OO y UCCL para ‘empaparse’ el máximo posible del modelo sindical que se extiende por la Comunidad y copiar la relación entre la empresa y los trabajadores. Ensalzan el Diálogo Social, dice que allí no hay nada similar y confían en trasladar el cooperativismo agrario que existe en España a los pequeños agricultores chilenos.
“El cooperativismo existió en Chile en los años 50, pero fue destruido y desarmado totalmente”
 El responsable de relaciones internacionales de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Chile, José Manuel Díaz.
El responsable de relaciones internacionales de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Chile, José Manuel Díaz.

Un grupo de 15 sindicalistas chilenos visitó la semana pasada Castilla y León a raíz de un acuerdo con CC OO y UCCL para ‘empaparse’ el máximo posible del modelo sindical que se extiende por la Comunidad y copiar la relación entre la empresa y los trabajadores. Ensalzan el Diálogo Social, dice que allí no hay nada similar y confían en trasladar el cooperativismo agrario que existe en España a los pequeños agricultores chilenos.

 

José Manuel Díaz es el portavoz de un grupo de 15 sindicalistas chilenos que han tenido la oportunidad de visitar Castilla y León esta última semana, gracias a un acuerdo entre Comisiones Obreras (CC OO), la Unión de Campesinos (UCCL) y la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) del país sudamericano suscrito hace cinco años. Durante estos días, han estado en la región representantes del sector público, de la agroalimentación, del sector de camioneros, banca y, como no, la minería, que tanto ha dado que hablar en un país como Chile en los últimos meses.
Pregunta. ¿Cuál es el objetivo de este tipo de visitas?
Respuesta. El objetivo principal es conocer el modelo sindical de España y, principalmente, el que gestiona CC OO. Nuestro modelo es bastante diferente, situado en la empresa, mientras que el español, aunque tiene delegados sindicales, tiene negociaciones por rama. Queremos conocer los convenios sectoriales y la vinculación con la sociedad a través del CES. Nosotros tenemos un modelo único en el mundo.
P. ¿Hay muchas diferencias entre ambos países en materia sindical?
R. Un ejemplo, una empresa similar a El Corte Inglés, como es Farabella en Chile, subdivide internamente su responsabilidad a través de razones sociales. Es decir, las cajeras, reponedoras, vendedoras o transportistas pertenecen cada uno a una empresa que se deben todas a la matriz, pero son independientes. En total, hay que negociar en base a 110 subdivisiones en esa empresa, y por lo tanto hay que tener 110 personas diferentes para negociar con ellos. Es un modelo complejo, importado desde Queen (EE UU).
P. ¿Se puede aplicar de alguna manera el aprendizaje sobre el modelo sindical español en Chile?
R. Primero queremos fortalecer el concepto del Diálogo Social, tanto con CC OO y UGT. Ello sirve para impulsar una reforma de la legislación laboral chilena. Queremos que los compañeros que han viajado a España tengan el conocimiento para entrar en debate de contenidos.
P. Parece que sí les han hablado del Diálogo Social.
R. Fuimos al Consejo Económico Social (CES) y nos hicieron una exposición y enseñaron material sobre lo que significaba el Diálogo Social y sus alcances. Es un modelo interesante para fortalecer la relación entre el trabajador y el empresario. No tenemos nada similar en Chile. Sólo reuniones esporádicas y puntuales cuando convocan los responsables del Gobierno y cuando se trata algún tema especial, pero las resoluciones sólo son consultivas, nunca vinculantes. Nosotros nos reuniones en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que funciona bien en Chile, y es un lugar neutral para firmar algún convenio y allí nos juntamos. Es lo más parecido al Diálogo Social, un subterfugio.
P. ¿De qué forma puede ayudar la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) a unir a los empresarios y trabajadores?
R. Nosotros tenemos una experiencia interesante con Grupo Norte, que tiene una filial en Chile. Firmamos un convenio para trasladar el Código Ético de Grupo Norte España allí. Una de las características más importante que recoge el acuerdo es el derecho a la sindicalización, que a lo mejor en España es normal, pero para nosotros es un gran valor que los trabajadores se puedan organizar como deseen, porque el tema de la pertenencia a un sindicato allí es complicado, porque el empresario tiene la visión de que no es un elemento colaborador, sino que distorsiona la relación o que los trabajadores se organizan para tomar la empresa. Con este convenio hemos demostrado que las cosas se pueden hacer de forma diferente y cambiando la imagen.
P. ¿Cómo es la relación del empresariado chileno con los sindicatos?
R. Una parte de los empresarios y los trabajadores creen que hay que estar enfrentados, que es lo que dejó la dictadura militar en el país y todavía nos vemos como enemigos. Cuando vamos a las negociaciones nos vamos a defender ambos y no con la idea de conseguir objetivos y mejorar las condiciones laborales. Por ello, el convenio con Grupo Norte apunta a generar confianza. A nosotros nos interesa que le vaya bien a la empresa, porque sino desaparece el trabajo.
P. Especial importancia tiene la delegación de campesinos, ¿qué actividades llevan a cabo en España incluidas en el convenio firmado entre CUT y la Unión de Campesinos?
R. Con UCCL también pretendemos copiar un modelo, el del cooperativismo, cómo generar comercialización, la unidad entre productores que se fortalezca, que disminuyan costes. En España este concepto funciona bien, para mejorar la calidad de los productos, la calidad de la genética en el ámbito de los animales. En julio, compañeros de UCCL viajaron a Chile a explicar contenidos técnicos para ser más competitivos en la agricultura familiar campesina. Este apoyo esperemos que genere conocimiento en el tiempo con intercambios técnicos en los ámbitos ovino, caprino…
P. ¿Existe alguna figura similar al cooperativismo en Chile?
R. El cooperativismo existió en Chile en los años 50, pero posteriormente todo lo que se dirigía a ser instrumento de organización fue destruido y desarmado totalmente, y lo que quedaron fueron los sindicatos campesinos por la condición de que son hijos de la reforma agraria, en el año 79, y generó un sindicalismo de pequeños productores, de los que tenían por debajo de 300 hectáreas, y que ahora están en la CUT. Queremos volver a organizar el cooperativismo, porque prima la oferta y la demanda y el pequeño productor no tiene la capacidad de competir con un grande y ello genera pérdida de capitalización y concentración de la tierra. Queremos la agricultura familiar pero con sentido social, que es el modelo que hemos conocido en Castilla y León.
P. El reciente suceso en la mina San José, ¿ha hecho recapacitar a las autoridades y empresas chilenas para mejorar la prevención de riesgos laborales en ese y otros sectores?
R. Este tema tiene muchas aristas. Pero ellos nunca deberían haber estado allí y sufrir ese martirio de estar enterrados en vida durante 70 días, porque hay una acción primaria antes que es la responsabilidad del Estado de resguardar la seguridad de los trabajadores. No sólo de este Gobierno, sino también los anteriores, que tienen una gran carencia. Allí la preocupación en el ámbito de la seguridad es relativa y no efectiva, es decir, se prioriza la producción y el servicio a costa de la vida humana. Todos los días suceden accidentes laborales en las minas chilenas. En el año van casi 100 mineros muertos. Es valorable la decisión política de rescatarlo. Pedimos modificar la ley chilena en el ámbito de la seguridad y la fiscalización. En la región de Copiapó hay 2.500 explotaciones mineras y hay tres personas responsables de fiscalizarlas, pero dos sólo están en las oficinas. Entonces, el Gobierno dice que las controla, pero una persona sólo puede recorrer dos minas al día. En el año se hacen 700, y cuando termina con la última de ellas, deja el seguimiento de ellas durante dos o tres años.
P. ¿Eso significa que es necesario fortalecer el Estado en relación con los derechos de los trabajadores?
R. El problema en Chile es que hay que reforzar el Estado no sólo a través de ingresar más personas en el cuerpo militar, sino vinculado con la sociedad y resguardar ciertos derechos para garantizar que un trabajador cuando sale de su casa vuelva. Uno de los elementos más rescatables de esta hazaña de los mineros es que tuvieron la capacidad de permanecer unidos por 70 días, y eso se ve porque había un dirigente sindical dentro. Mientras, nos genera dudas que el Gobierno chileno no se haya preocupado de los 300 mineros restantes de la mina, porque en San José trabajaban 333 personas. Esos 300 están en huelga permanente de hambre y movilizaciones. Ellos no reciben sus sueldos desde el mes de agosto y están sujetos a embargos y sin trabajar y soportan crisis familiares. Le decimos al presidente Sebastián Piñera que muy bien su actitud por los 33 mineros y la imagen de país hacia el resto del mundo, pero hay que reformular la legislación en el ámbito de la seguridad. Copiapó es un pueblo donde todos se conocen y ahora hay rivalidad entre los 300 y los 33, que no es culpa de estos últimos, pero los otros están a la deriva y el Gobierno no ha tenido participación. Piñera ha recorrido la mitad del mundo mostrando el papelito de que los 33 están bien, pero mañana no queremos que mueran otros mineros, como está pasando, porque explotan los explosivos o quedan mutilados. Es un año muy particular, porque Chile logró cohesión de país. Se registró el cuarto terremoto más grande de la historia, que tiene tres regiones en el suelo, y Piñera no ha parado un palo ni una caja allí. Tiene que ser concreto y tangible para que cuando ofrezca cumpla, y no haga populismo porque con el sufrimiento de la gente no es bueno.