Ávila dedicará una calle a la escritora irlandesa Kate O’Brian en el próximo pleno del Ayuntamiento

El pasado mes de junio, el grupo de concejales del PSOE en el Ayuntamiento de Ávila propusieron otorgar el nombre de una calle, plaza o lugar representativo de la ciudad a la figura de la escritora irlandesa Kate O’Brien y establecer intercambios con la ciudad de Limerick.
Ávila dedicará una calle a la escritora irlandesa Kate O’Brian en el próximo pleno del Ayuntamiento
El pasado mes de junio, el grupo de concejales del PSOE en el Ayuntamiento de Ávila propusieron otorgar el nombre de una calle, plaza o lugar representativo de la ciudad a la figura de la escritora irlandesa Kate O’Brien y establecer intercambios con la ciudad de Limerick. A finales de este mes de diciembre, el pleno del consistorio abulense aprobará dicha proposición, concediéndole dicho honor a Kate O’Brien.
Desde que Kate O’Brien viniera a mediados de 1922 por primera vez a Portugalete para trabajar como institutriz para los hijos de la familia Areilza, se puede afirmar que inició una intensa relación con España que no sólo no perduraría con el paso del tiempo sino que se transformó en una verdadera pasión.

Un lugar preferencial
De todas las ciudades castellanas, Ávila ocupó desde el principio un lugar preferencial y fue ya su destino casi obligado cada verano hasta el comienzo mismo de la guerra. Le encantaba la ciudad, sus calles, le gustaba sentarse en las terrazas de los cafés y observar a los transeúntes, y siempre que podía entablaba conversación con la gente.
Todo despertaba su curiosidad e interés. Sus monumentos, sus calles, su pasado histórico, la sencillez y el calor humanos, la sensación de no sentirse extraña y, por supuesto, la personalidad de su hija más ilustre, Santa Teresa, cuyas obras empezó a leer en total admiración en 1934, atraparon por completo el corazón de la escritora irlandesa como ninguna otra ciudad.
Ávila representaba, para O’Brien, la esencia misma del espíritu español: era Castilla en su estado más puro, la tierra de los grandes místicos y escritores, y lo austero del paisaje, el cielo azul inmaculado, como de ensueño, y la sobriedad de sus edificios como insistentemente dice, cobraban expresión en las cualidades de abnegación, sencillez, nobleza de sentimientos y escrupuloso respeto a la tradición.