Lugilde considera que la reforma del voto debería estar vigente para las autonómicas
Las reformas para regularizar el voto de los emigrantes deberían estar vigentes en las autonómicas gallegas de 2009, ya que, de lo contrario, los electores “no entenderían que se volviese a dar una situación como la de 2005”, que obligó a esperar al escrutinio del voto exterior para despejar la incógnita respecto a qué partidos comprondrían el Gobierno gallego, explicó el periodista y politólogo Anxo Lugilde en el seminario sobre el voto exterior, celebrado en Santiago. Para Lugilde, seguir prolongando la situación provocaría el “peligroso espejismo de que los residentes en el extranjero deciden con mayor peso que los del interior”.
Evitar que los resultados electorales de la emigración se conozcan posteriormente a los de Galicia es una prioridad para el periodista y politólogo Anxo Lugilde con vistas a las próximas elecciones autónomicas –a celebrar en Galicia en 2009– que, considera, deberán regirse por una nueva normativa consensuada respecto al voto en el exterior, que evite situaciones de conflictividad y dé garantías de limpieza.
El periodista y polítogo gallego expuso sus conclusiones de trabajo sobre el voto emigrante en Galicia durante un seminario organizado por el Arquivo da Emigración Galega y celebrado semanas atrás en Santiago de Compostela, donde remarcó la necesidad de regular las campañas electorales en el exterior para evitar “abusos” respecto a la actuación de los partidos a la hora de pedir el voto en el exterior.
En este sentido, denunció la “discriminación” de los partidos de la oposición respecto a los que están en el poder, ya que aquellos no pueden “realizar los viajes con cargo al presupuesto público”, algo que “sí pueden hacer los partidos que están en el Gobierno”, apostilló.
El sistema electoral español actual para la emigración está dirigido al conjunto de los ciudadanos residentes en el exterior sin limitaciones ni requisitos y es válido para todo tipo de comicios. Esto lleva implícito el derecho al voto de todos aquellos ciudadanos del exterior mayores de edad que posean un pasaporte español.
Con la reforma de la normativa sobre nacionalidad, que permite a los nietos de los emigrantes que lo soliciten ser españoles, el censo en el exterior se podría incrementar considerablemente y podrían tener derecho a decidir sobre el futuro político en todos los comicios los descendientes de españoles de origen con escasa vinculación con la tierra de sus abuelos.
Por ese motivo, la primera medida a tomar, según apuntó Lugilde, debería ser suprimir el derecho de los emigrantes a votar en las elecciones municipales, por tratarse de unas elecciones de “carácter administrativo y centradas en asuntos de proximidad, en los que deben de tener voz los que viven en los ayuntamientos”, algo para lo que ya existe un cierto consenso entre los partidos políticos gallegos, agregó.
En el resto de convocatorias (generales, autonómicas, europeas y referendum), propone restringir el voto a los emigrantes que residieron en algún momento de su vida en Galicia o en España –“como hace Suecia”, apuntó–, lo que eliminaría a la mayor parte de las segundas y terceras generaciones.
La otra opción es la de seguir el ejemplo de Italia, que concedió el voto a sus emigrantes en general, “con independencia de dónde nacieran y cuántas nacionalidades tuvieran, pero con una operación de ingeniería constitucional” para evitar que pudiesen decidir la gobernabilidad en la Cámara de Diputados.
En el caso de España, Lugilde habla de crear una circunscripción específica en el Senado, pero para ello “sería necesario modificar la Constitución”, ya que en la Carta Magna aparece “la provincia como la circunscripción electoral para las generales”.
Otro de los problemas por resolver sería el “encaje de los emigrantes en el juego político del que no pueden ser excluidos”, puesto que, a su entender, “sería una injusticia histórica aplicar un sistema de péndulo y pasar de la máxima generosidad en el sistema electoral de los expatriados a un modelo altamente restrictivo”.
Control del voto
Respecto al control del voto que se emite desde el exterior –uno de los asuntos más preocupantes cuando se habla de garantizar la limpieza del mismo– la única solución para el politólogo gallego es utilizar consulados y embajadas españolas en el exterior y, en este sentido, propone el voto personal en urna –como hace Portugal y Francia– o utilizar la red consular y diplomática como oficinas de correos, desde las que realizar los envíos, planteamiento por el que optan los países nórdicos como Dinamarca y Finlandia, y algún otro, como Japón.
Respecto al voto en urna, que se realizaría bajo la supervisión de representantes de los partidos, esta modalidad presenta el problema de que el sistema parlamentario español, al estar basado en múltiples circunscripciones (52) para el Congreso, obligaría a instalar gran número de urnas, “lo que sería impracticable en muchos consulados” e incluso podría llegar a vulnerar “el derecho al secreto en el sufragio”.
En este contexto, propone la “urna electrónica”, que supone emplear un ordenador dotado de los sistemas de encriptado que aseguran la limpieza del proceso electoral.
El elevado componente americano del censo gallego
Una de las características del censo gallego, que destaca Anxo Lugilde en su trabajo sobre el voto emigrante, es su elevado componente americano, si se le compara con el resto del Estado, ya que, en el caso de esta comunidad, representa casi tres tercios del total, lo que contrasta con la baja proporción europea, que es de una cuarta parte.
Un 73,5% del CERA se concentra en América, mientras que Europa representa el 25,8%, y el 0,7% restante se distribuye por la geografía mundial. Argentina, con un 35,5% es el país con mayor concentración de gallegos inscritos en el CERA.
Sólo Canarias, con el 88%, tiene una mayor proporción de censo americano que Galicia, señala Lugilde, aunque su caso es “especial”, ya que la gran mayoría de su diáspora se concentra en un solo país, Venezuela, con un 63,9%. Los residentes en Europa censados en el CERA suponen el 10,5% en el caso del Archipiélago.
Asturias, con el 69,3%, es la tercera comunidad autónoma con más inscritos en América. Le sigue el País Vasco, con el 56,9%, y Madrid, con el 53,7%. Por detrás se hallan Cataluña, con el 45,2%, y Andalucía, con el 38,7%.
Lugilde también destaca las diferencias internas en el caso gallego, donde aprecia tendencias acusadas como una mayor presencia de ourensanos en estados como Francia, Alemania o México, mientras que la “orientación mayoritaria” de los pontevedreses se dirigió hacia Brasil.
Por su parte, los lucenses eligieron Argentina y, sobre todo, Cuba, lo que contrasta con las preferencias de los coruñeses, que se trasladaron principalmente a los países anglosajones.
“Territorialmente el voto exterior es un asunto del Oeste español”
Las cuatro provincias gallegas registran el mayor porcentaje de votos emitidos desde el exterior y su diferencia es notable con respecto al resto. Sólo Santa Cruz de Tenerife, en el Archipiélago canario, se aproxima a A Coruña, según se desprende de los datos sobre porcentaje de voto exterior por provincias en las legislativas españolas de 2004, que dieron la victoria a Rodríguez Zapatero.
Las estadísticas reflejan que la participación de los censados en Ourense fue la más alta, con un 7,17%, seguido de Lugo, con el 5,09%, y Pontevedra, con el 4,60%. En último lugar se sitúa A Coruña, con el 4,44%, que supera en 32 centésimas a Santa Cruz de Tenerife.
A tenor de estos resultados, “territorialmente el voto emigrante es un asunto del Oeste español”, sostiene Lugilde, quien detalla que son las regiones limítrofes con Galicia –Asturias y Castilla y León– las que le siguen en porcentaje de votos y, dentro de esas autonomías, las circunscripciones situadas más al noroeste peninsular las que registran las cifras más altas en cuanto a la participación. Así, al 2,57% de Asturias le sigue Zamora, con el 2,41%; León, con el 2,39%; y Salamanca, con el 2,17%.
Voto en las autonómicas
Con respecto a las elecciones gallegas, en la convocatoria de 2005 se tocó techo, ya que el número de votos emitidos alcanzó la cifra de 105.852, lo que supuso una participación del 34,7% de los censados y un porcentaje de voto de un 6,3 con respecto al total. Esto pudo deberse, según Lugilde, “a la reforma de la ‘Lei Electoral’ gallega promovida por el PP de Fraga y apoyada por el PSOE para retrasar el recuento hasta ocho días después de la jornada electoral”.
En esa convocatoria, la tasa de participación creció 9 puntos, después de permanecer estabilizada durante tres convocatorias en torno al 25%.
De los datos se desprende que, entre 1985 y 2005, el número de sufragios procedentes del exterior se multiplicó por nueve, al pasar de 11.246 a 105.852. Como contraste, dentro de la Comunidad, el crecimiento del voto fue “mucho más suave”, entiende Lugilde, al pasar de 1.241.981 papeletas contabilizadas en 1985 a 1.574.350 en 2005.
Entre esos años, el censo electoral gallego se incrementó en 400.000 personas, expuso el periodista gallego en su disertación, de las que 150.000 viven en Galicia y casi 250.000, en el exterior, lo que indica que el censo de la emigración creció casi 50 veces más que el del interior de Galicia.