CONGRESO INTERNACIONAL EL ASOCIACIONISMO DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA EN EL EXTERIOR: SIGNIFICACIÓN Y VINCULACIONES

Anxo Lugilde: “La reforma electoral de 2011 es una chapuza legislativa”

El derecho al voto de los emigrantes, su ausencia en las Cortes y la última reforma electoral, que establece el voto rogado e impide participar en las elecciones a los residentes en el exterior, fundamentaron la ponencia que Anxo Lugilde, doctor por la Universidade de Santiago de Compostela, impartió el pasado jueves en el marco del congreso sobre el asociacionismo de la emigración española.
Anxo Lugilde: “La reforma electoral de 2011 es una chapuza legislativa”
Anxo Lugilde, José Ramón Villares y Jordi Canal, en el debate posterior a la ponencia.
Anxo Lugilde, José Ramón Villares y Jordi Canal, en el debate posterior a la ponencia.
El derecho al voto de los emigrantes, su ausencia en las Cortes y la última reforma electoral, que establece el voto rogado e impide participar en las elecciones a los residentes en el exterior, fundamentaron la ponencia que Anxo Lugilde, doctor por la Universidade de Santiago de Compostela, impartió el pasado jueves en el marco del congreso sobre el asociacionismo de la emigración española.

Durante su intervención, este destacado investigador calificó de “chapuza legislativa” la reforma llevada a cabo en 2011 y que fue fruto, según dijo, de “un pacto entre PP y PSOE para reducir el número de votantes”. Por ello, consideró que “será muy difícil una reforma electoral”, pero propuso como una posible alternativa al voto rogado la utilización de los consulados como oficinas de postales para emitir el voto, una opción que ya se aplica en Noruega.
Asimismo, destacó que el censo electoral del exterior está desconectado porque dos tercios de los españoles que residen en el extranjeros tienen su lugar de nacimiento en el diáspora y en muchos casos no conocen su tierra, razón por la que el ciudadano no acepta la participación de los hijos de emigrantes.
Anxo Lugilde también hizo alusión al papel que las asociaciones de emigrantes juegan actualmente en las campañas electorales e indicó que, desde que existe el derecho al voto, se han convertido en plataformas de los partidos y forman parte de las redes clientelares. Además, explicó que “la cuantificación del voto del exterior es engañoso por la forma de votar” y que “el método más válido sería contar de cada 100 votos al congreso cuantos votos proceden del extranjero”.

Historia del voto exterior
Los primeros problemas relacionados con el voto del exterior surgieron en 1905, cuando dos emigrantes españoles, uno de ellos era Rafael Calzada, intentaron formar parte del Congreso por los distritos del interior en un momento en que para ser diputado sólo era necesario tener la nacionalidad española. Fue entonces, explicó Anxo Lugilde, cuando se discutió si los emigrantes podían ser diputados en Madrid y los principales periódicos tomaron cartas en el asunto. Así, mientras  ‘Imparcial’ y ‘Época’ defendían que la emigración era una solución egoísta, ‘El País’ y ‘El Globo’ aseguraban que era forzada por las circunstancias. Finalmente, ninguno de los dos emigrantes logró ser diputado en 1905, pero Rafael Calzada cumplió su sueño dos años más tarde.
En 1913, cien asociaciones españolas pidieron entrar en el Congreso o en el Senado para convertirse en entidades reconocidas en España, un hecho que conectó con el hispanoamericanismo y que tuvo una gran difusión en los círculos políticos. Tanto es así que atrajo el interés del conde de Romanones y de Primo de Rivera, quien convocó una consulta en los consulados en 1926.
Esta demanda se galleguizó durante la Segunda República y se planteó la entrada de los emigrantes en el Parlamento en el debate sobre el Estatuto de Autonomía de Galicia. Sin embargo, no se alcanzó ningún acuerdo por el estallido de la guerra. 
El nacimiento del voto español tuvo lugar en 1976 y fue en ese momento cuando Adolfo Suárez dio facilidades para que los emigrantes emitieran su sufragio con el fin reconseguir su apoyo, algo que finalmente no logró porque, según dijo, esta población era de izquierdas.
Al final del felipismo, se creó la inscripción de oficio que consistió en que todos aquellos españoles que estuviesen apuntados en los consulados, ya fueran vivos o muertos, eran electivos. Para establecer más garantías de seguridad en el voto se estableció el voto rogado en 2011.