Un viaje de reencuentro con Asturias lleno de emociones para todos

Los ochenta emigrantes que visitan Asturias durante parte de septiembre proceden de Argentina, Venezuela, Uruguay o Chile, pero a todos les embarga la misma felicidad y les desbordan las mismas emociones, con diferentes acentos. Están muy contentos con lo que están viviendo estos días y no hacen más que dar las gracias.
A Violeta Aguado le brillan los ojos cuando escucha el diálogo de la gaita y el tambor. También cuando se emociona al describir a ‘Asturias en el Mundo’ su felicidad por estar en Asturias. “Lo voy a echar mucho de menos”, dice. Cuando nos cuenta sus historia confunde el “aquí” y el “allá”, Asturias y Caracas. Emigró en 1957 viuda y con un niño de cinco meses. “Me tuve que ir porque me moría de hambre en España”. Quizá por eso al llegar a Venezuela todo le parecía “un paraíso”. Esta ovetense de nacimiento, a sus 74 años, está muy agradecida al Principado porque dice que aunque no les va mal, “uno no tiene reales para viajar”. “Nos están tratando a cuerpo de rey. Yo no me quiero ir, pero tengo que irme”, dice Violeta.
María Isabel Fojaco también dice sentirse muy querida y muy cuidada por el Gobierno asturiano en Argentina, donde lleva 52 años. Estos días ha vuelto a Grado, donde vivió hasta los 15 años. “En estos días lloro bastante, pero es de felicidad”. Todos viven su reencuentro estos días, al igual que intentan mantener los lazos en la distancia. Como María Concepción Gómez, que se fue de niña con sus padres a Venezuela, hace 55 años, y llevaba 36 sin regresar. Vive en la ciudad de Valencia, donde confía en que algún día también exista un centro asturiano.
Para el ovetense Aurelio García, el cordón umbilical con su tierra es el programa del canal internacional de TVE ‘Asturias Paraíso Natural’, que no se pierde cada domingo. Hace 55 años que se marchó y se casó con una argentina. Dice que se pierde en Oviedo, como Esther Cabredo, que el primer día, en vez de descansar, se escapó con su marido, Julio Leal, a recorrer el casco antiguo. El gijonés Manuel Sánchez, 74 años en Uruguay, se propone aprovechar bien el viaje. Él y su esposa, Virginia Arbecó, se quedarán 25 días más. El viaje, dice Virginia, que es argentina, es el “regalo que me dio la vida”.