EL CENTRO GALLEGO DE MéXICO REALIZó LA TRADICIONAL POSADA NAVIDEñA

Navidades a la mexicana

El Centro Gallego de México realizó su tradicional Posada Navideña, una celebración de origen mexicano que se da en los días previos a la Navidad. La Posada consiste en una fiesta en la que se recrea la peregrinación de la Virgen María y San José, quienes van pidiendo la mencionada posada, hasta llegar al lugar donde nace el niño Jesús. En la celebración, los participantes rezan, cantan villancicos y rompen piñatas.
Los participantes cantaron con mucho entusiasmo villancicos.
Los participantes cantaron con mucho entusiasmo villancicos.
Unas 700 personas acudieron a la Posada celebrada por el Centro Gallego de México la noche del 20 de diciembre en su casa social. Participaron socios y no socios, la mayoría gente joven, quienes disfrutaron de una fiesta muy animada y prolongada. Comenzó alrededor de las nueve de la noche y terminó como a las siete de la madrugada siguiente.
Como dicta la tradición, miembros del cuadro artístico del Centro Gallego representaron a la Virgen María y a San José. Los actores, ataviados con ropajes de la época del nacimiento de Jesús, escenificaron la peregrinación en Belén de casa en casa hasta llegar al lugar donde nació el niño Jesús.


Sincretismo que convence

Este acto histriónico se remonta a la llegada de los primeros misioneros españoles a México. Como señala la periodista Magdalena R. de Mellado, las posadas nacieron de la necesidad que tenían los misioneros católicos por caracterizar a los naturales, mezclando costumbres y ritos indígenas con los españoles y cristianos.
Según el calendario azteca, los mexicanos celebraban a mediados de diciembre el nacimiento de su dios Huizilopochtli, el dios de la guerra. Los misioneros aprovecharon estas festividades para ir enseñando a los indios el misterio del nacimiento de Jesucristo y así reemplazar la tradición pagana por la cristiana.
“Esta tradición se logró gracias a fray Diego de Soria, prior del Convento de San Agustín de Acolman, quien obtuvo permiso del Papa Sixto V para celebrar en la Nueva España las Misas de Aguinaldo, que consistían en nueve misas en las cuales se concedía indulgencia plenaria a quienes cumplían con dicho novenario”, indica la periodista.
En un principio, estas misas tenían lugar en el atrio de las iglesias, donde se iniciaba una procesión para acompañar las imágenes de José, recordando así el recorrido que ellos hicieron por Belén pidiendo posada.
Mientras unos cargaban el misterio, los demás feligreses cantaban llevando velas encendidas en sus manos para después pasar al rezo del Rosario y las letanías.
Para terminar la festividad con un toque de alegría, los fuegos artificiales y las piñatas formaban parte de esta tradición. Después acostumbraban cenar ponche caliente con buñuelos.
Poco a poco la tradición fue desapareciendo del atrio de las iglesias para introducirse en la intimidad de cada hogar, donde hasta la fecha se celebran las tradicionales Posadas Navideñas.
Además de escenificar la peregrinación, los participantes de la Posada del Centro Gallego de México cantaron villancicos, unos se los sabían de memoria, aunque la mayoría tuvo que recurrir a un papel para entonar la letra.


Las piñatas y los pecados capitales

Y por supuesto, en la fiesta no faltaron las piñatas. Los asistentes se divirtieron y rieron mientras rompieron dos enormes piñatas colgadas en el patio de la casa social. El acto de romper la piñata también conlleva una simbología religiosa. Los aztecas ya contaban con esa tradición y los misioneros la aprovecharon para enseñar a los indígenas principios cristianos.
Como explica Magdalena R. de Mellado, los catequistas, de una forma alegórica, comparaban la olla de barro que está dentro de la piñata, con el mal que se encuentra dentro de los seres humanos y el cual no se puede ver porque está escondido entre muchos adornos.
Los siete picos de la piñata representan los siete pecados capitales. La persona que le pega a la piñata representa al creyente que con su fe, gracia y ayuda de Dios (por eso cuenta con un palo) le pega al mal hasta que lo destruye. Así, deja salir todas las bendiciones, talentos y valores que Dios da a quienes creen en él para luchar contra el mal. Estas bondades están representadas por los dulces que caen al romperse la piñata, como si se tratara de un regalo.