Gratos visitantes
Si un forastero llega de lejos,
ábrele todas las puertas;
si es amigo el que esperas,
ábrele tu corazón…
Ibn Yusuf
La celebración del ‘Día de la Hispanidad’ sorprendió al secretario xeral de Emigración, Manuel Luis Rodríguez, por tierras chilenas, a donde se desplazó por primera vez la pasada semana para mantener contacto con la colectividad en el país. Con motivo de la festividad, el máximo responsable de Emigración de la Xunta se reunió con los miembros del ‘Estadio Español’, una institución de índole cultural que tiene como objetivo la conservación y el desarrollo de los valores de la cultura hispánica. Además, Rodríguez visitó el Instituto de Ideas Avanzadas, y el Lar Galego de la capital chilena.
Esperábamos, desde hace mucho tiempo –siete años quizá– la llegada de ‘personeros’ de la Xunta de Galicia, para darles a conocer nuestras acciones aquí e intercambiar ideas sobre el modo de abordar las tareas en pro de la difusión de la lengua y la cultura de Galicia. Es un tópico al uso de la post modernidad decir que las comunicaciones virtuales nos permiten la conexión simultánea, la comunicación inmediata… En algún sentido, lo es, pero no se cumple, en el virtualismo mediático, lo esencial del acercamiento entre seres humanos, sino a través del contacto directo, del mirarse cara a cara, incluyendo gestos y ademanes, y el imprescindible “chisco de ollos” como bien apuntaba nuestro recordado Basilio Losada.
El pasado viernes 10 de octubre arribaron a Santiago de Chile, Manuel Rodríguez, secretario xeral de Emigración; y Carlos Cortón, jefe de gabinete. Les recibimos en el viejo edificio del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, sede de nuestro Centro de Estudios y Programa de Estudos Galegos, que cumple diez años de porfiada y fructífera labor, sorteando las dificultades propias de estas iniciativas “humanistas” en un mundo en que sólo lo pragmático adquiere valores tangibles, superando, asimismo, la escasa visión de funcionarios –aquí y allá– que suelen aquilatar logros apoyados en burdas tablas estadísticas, que apuntan más al voto que al libro.
Nuestro encuentro resultó grato y enriquecedor. Christian Parker, director del Instituto, fue el cálido anfitrión académico, que dio a conocer a los ilustres visitantes, las principales acciones desarrolladas en el marco del Convenio de Cooperación recíproca que mantenemos vivo y pujante desde el 29 de julio de 1998, y que ha significado un constante intercambio de aportes culturales y de inquietudes plasmadas en becas, publicaciones y trabajos de investigación, amén de los cursos regulares de Lengua e Cultura Galegas, impartidos en dos niveles de aprendizaje, con un total que supera el medio millar de alumnos.
El colectivo de residentes gallegos –ya no es propio hablar de “colonia”– bordea los cuatro mil individuos, entre inmigrantes originarios –los menos–, hijos, nietos y biznietos. Una colectividad no tan numerosa entre otras hispánicas de mayor afincamiento en el “Último Reino” –es verdad–, pero activa y anhelante de fortalecer sus raíces con la Terra Nai, desde la tradición pero más allá de ella, proyectándose desde un presente dinámico en la nueva Galicia del siglo XXI hacia los horizontes que abre el porvenir, forjado, sin duda, por los miles y miles de emigrantes que Galicia ‘espalló’, generosa, por todos los confines.
Manuel González y Carlos Cortón fueron recibidos también calurosamente por la directiva de ‘Lar Gallego’ de Chile, que preside una mujer, quizá como símbolo de nuestra cultura gallega, afincada en el mito de la Tierra Madre, cuya fuerza femenina nos llega en las figuras de Rosalía de Castro, Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán, extendiéndose en tantas figuras señeras que les suceden… En los gratos espacios de Estadio Español de Las Condes, nuestros amigos de la Xunta tomaron contacto con los gallegos de Santiago y pudieron enterarse, de primera mano, de sus inquietudes y aspiraciones.
El sábado por la mañana, Manuel y Carlos viajaron a Valparaíso, el puerto principal de Chile, ubicado a ciento veinte kilómetros de la capital, para ser agasajados allí por ‘personeros’ de la ‘Asociación Gallega de Valparaíso’, entidad creada hace pocos años, con un colectivo entusiasta, de antigua data en el puerto, especialmente integrado por gallegas. Allí estaban, entre otros dirigentes, Eligio Rodríguez y Sergio Pinto, para acogerlos y mostrarles ese núcleo de galleguidad que mantiene encendido el fuego del lar originario a trece mil kilómetros de distancia.
El tiempo de la visita ha sido breve, mas intenso sus acercamientos e intercambios… Hubiésemos querido que Manuel Rodríguez y Carlos Cortón pudiesen conocer el sur de Chile, la mítica Nueva Galicia, en el archipiélago de Chiloé; asimismo, la colectividad gallega de Punta Arenas, fundada hace más de un siglo; también los colectivos de Arica e Iquique, en el extremo norte de nuestro inacabable territorio; pero estos viajes –ya se sabe– llevan el apremio de múltiples obligaciones y deberes para con los centros de todo el continente.
Para otra vez será… Quedamos en deuda con nuestros buenos amigos de la Secretaría Xeral de Emigración, en el espíritu de otros visitantes que nunca serán olvidados, como Ramón Suárez Picallo y Eduardo Blanco Amor, y como otros buenos amigos cuyos nombres se encienden en mi memoria, pero que no pronunciaré esta vez.
Ata sempre, Manuel; ata sempre, Carlos!