El ahorro estaba en el ideal de los que se iban a Europa y al volver abrían negocios e invertían en inmuebles

El 50% de la actividad económica impulsada en Antas de Ulla se vincula en el año 2000 con “capital procedente de la emigración”

La contribución de los gallegos emigrados al impulso económico en sus lugares de origen fue una constante desde mediados del siglo pasado. La huella se deja sentir en municipios como el de Antas de Ulla (Lugo), donde “el 50% de las actividades desarrolladas” en esa villa en el año 2000 se corresponden con “capital vinculado a la emigración”, según se desprende del estudio del profesor de la Universidad de Santiago de Compostela Francisco Armas.

El 50% de la actividad económica impulsada en Antas de Ulla se vincula en el año 2000 con “capital procedente de la emigración”
Seminario Retorno-Francisco Armas 2
Francisco Armas, durante su intervención en el seminario sobre retorno organizado por el Consello da Cultura Galega.

Antas de Ulla fue uno de tantos municipios de Galicia marcados por la tendencia a emigrar que caracterizó a la comunidad autónoma durante buena parte del siglo pasado. Desde la década de los 50 hasta el año 2000, la localidad lucense, situada en el centro geográfico de la comunidad gallega –según reconocimiento expresado en 2019 por el Instituto Geográfico Nacional–, perdió la mitad de sus habitantes y desde ese año en adelante, la rebaja se incrementó en un 30%, debido, en gran medida, a las consecuencias de ese fenómeno migratorio.

Pero la salida de habitantes al exterior también tuvo una repercusión positiva en Antas, ya que el 50% de la actividad económica detectada en el municipio en el año 2000 se vincula a capital procedente de la actividad desarrollada en la emigración.

Cuando retornaban, “invertían los ahorros en la explotación familiar”, de tipo agrícola o ganadero, “en solares” de sus villas “en los que levantaban inmuebles”, así como en la compra de pisos en las “principales ciudades gallegas”, apuntó el profesor Francisco Armas Quintá, en el transcurso de su intervención en el seminario sobre retorno que celebró la pasada semana en Santiago el Consello da Cultura Galega.

Francisco Armas basó su conferencia en el impacto del retorno en Antas, que se desprende de entrevistas en profundidad realizadas a 50 personas que vivieron el proceso en primera persona, con el objetivo de visibilizar las repercusiones urbanísticas, económicas e industriales que el fenómeno del retorno produjo en el ámbito local.

Con el modelo que elaboró –centrado en conocer las razones de la partida, los países de destino, la adaptación a la cultura local, las condiciones laborales y económicas en el destino y en el retorno, así como de las inversiones que realizaron, los motivos del retorno y la situación actual–, Armas Quintá llegó a la conclusión de que las circunstancias que rodearon a los emigrantes en sus primeros años de estancia en el exterior fueron difíciles; sus “condiciones laborales eran precarias”, y los lugares en los que se alojaban carecían de confort –muchos vivían en espacios que eran solo “una habitación separada de otras por una cortina”, comentó–, aunque también apuntó que esas situaciones “luego mejoraban”. Los emigrantes, algunos de los cuales salían con oficio definido, conseguían al poco tiempo empleos acordes a su profesión y casi todo el dinero que ganaban lo ahorraban con la intención de invertirlo en su lugar de origen.

En el caso de Europa, a donde se dirigieron sobre todo a partir de la década de los 60 –Francia, Alemania, Reino Unido y Suiza eran los lugares de preferencia–, esa emigración era planteada en la mayoría de los casos como una salida temporal, y con la intención de regresar y emplear bien el dinero. Al respecto, puso el ejemplo de personas y matrimonios que al llegar compraron solares en los que levantaron edificios que dedicaron a viviendas o a hoteles, y habilitaron en sus bajos cafeterías, que regentaron hasta que les llegó el momento de la jubilación.

La emigración a Europa era “corta” y estaba dirigida a “ahorrar lo máximo posible para vivir bien” una vez de vuelta en su tierra, puso de manifiesto Armas. La reconocida como más larga tenía como destino Latinoamérica y el propio territorio nacional. Haciendo uso de la influencia de familiares o amigos –lo que el ponente definió como ‘redes sociales’– las partidas se produjeron sobre todo en la década de los 60, siendo Brasil, Venezuela y Argentina los principales países de destino en el nuevo continente. Dentro de la geografía nacional, el País Vasco y Cataluña se erigieron en los principales puntos de asentamiento, apuntó el conferenciante, quien aludió a la práctica de la reinversión por parte de los que emigraron a estos lugares, ya que invertían primero en esos lugares y, una vez de vuelta, vendían todo y hacían lo propio en Galicia.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad