Tribuna abierta de Miguel Ángel Alvelo

Gumersindo Rico, el embajador de la concordia (2ª parte)

Seguía su curso de responsabilidades el embajador Gumersindo Rico. El 22 de junio de 1992 el gobierno español entregaba 600 toneladas de leche en polvo como ayuda humanitaria a Cuba. El cargamento, valorado en 120 millones de pesetas, llegaba aquel sábado a la capital cubana en el barco ‘Remini’, de la Compañía Transatlántica española. Fue recibido en los muelles de La Habana por el propio embajador Rico y Ernesto Meléndez Bachs, presidente del Comité Estatal de Colaboración Económica de Cuba, quien, por cierto, había nacido en Barcelona.
Gumersindo Rico, el embajador de la concordia (2ª parte)

Con la visita oficial del presidente del Gobierno de España, Felipe González Márquez, a La Habana el 14 de noviembre de 1986 por invitación del presidente de la República de Cuba, Fidel Alejandro Castro Ruz, se habían logrado varios acuerdos. Entre estos figuraba la “Indemnización por los bienes de españoles afectados por las Leyes, disposiciones y medidas dictadas por el Gobierno de la República de Cuba a partir del 1 de enero de 1959”.

Este acuerdo, firmado el 16 de noviembre de 1986, resultó en la creación de una Comisión Interministerial Liquidadora en España, dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda, para la distribución global de 5.416 millones de pesetas entre los afectados. Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, designó a Enrique Martínez Robles como presidente de la comisión compuesta por representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Justicia, Secretaría de Estado de Hacienda, Secretaría de Estado de Comercio, Administraciones Públicas, incluía también la Embajada, y el Consulado de España en Cuba (Publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) núm. 302, de 18 de diciembre de 1990, páginas 37589 a 37590).

En mis archivos, poseo varios documentos sellados por el Gabinete Técnico del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, fechados entre 1965 y 1969, que abordan la comisión hispano-cubana y el intercambio comercial entre ambos países. En estos documentos se incluyen intercambios de información dirigidos al ministro Fernando Castiella, firmados por los diferentes Encargados de Negocios de la Embajada de España en La Habana: Román Oyarzun, Juan Torroba y Jaime Caldevilla G. Villar. Sobre esto escribiré un artículo más adelante. Es importante recordar que, a pesar de las presiones de Estados Unidos, España nunca cedió a romper sus relaciones diplomáticas ni comerciales con Cuba.

Una de las personas encargadas del viaje del presidente Fidel Castro al país ibérico fue el vicepresidente José Ramón Fernández, más conocido como el “gallego Fernández”. En coordinación con los ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países, en específico los ministros Solana y Ricardo Alarcón de Quesada, y la Embajada de Cuba en Madrid, cuyo embajador era Luis Juan Méndez Morejón, y Gumersindo Rico por la Embajada de España en La Habana se preparó la visita de Fidel Castro a España. Esta visita, que coincidió con la celebración de la II Cumbre Iberoamericana en Madrid, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la invitación del presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne, a Fidel Castro a la tierra de su padre en Láncara, Lugo, fue un momento histórico que subrayó la conexión profunda entre Cuba y España.

En julio de 1992, la atención internacional se centró en España, primero con la Cumbre Iberoamericana en Madrid (23 y 24), y luego con la inauguración de los Juegos Olímpicos en Barcelona. Las Cumbres Iberoamericanas habían nacido en Guadalajara y en Madrid, donde se celebraron en 1991 y 1992, respectivamente, como respuesta a la voluntad política de los 21 países integrantes (22, tras la incorporación de Andorra) de formalizar el vínculo histórico entre Iberoamérica y la Península Ibérica. El diálogo, la cooperación y la solidaridad, eran los pilares fundamentales de este vínculo. Los presidentes se alojaron en el Hotel Ritz, hubo una velada en el Campo del Moro, y las reuniones fueron en el Senado de España.

El 25 de julio se inauguraron en el Estadio Lluis Companys, con la presencia de 50 personalidades políticas, los Juegos Olímpicos de Barcelona. Fidel Castro fue recibido por el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el vicepresidente del Gobierno de España, Narcís Serra. En el palco de invitados coincidió con el líder sudafricano Nelson Mandela. Barcelona 92 representó un éxito rotundo para Cuba, que terminó en el quinto lugar del medallero, sin lugar a duda una hazaña indescriptible.

El 26 de julio, los mandatarios participantes en la II Cumbre Iberoamericana se trasladaron a la capital andaluza, Sevilla, para visitar el Pabellón de España en la Exposición Universal Expo 92 en Isla de la Cartuja. La Isla de la Cartuja es un terreno de más de 250 hectáreas donde se ubica el Monasterio de la Cartuja, edificio emblemático por las frecuentes visitas de Cristóbal Colón, y el hecho de que allí fue enterrado en 1509, junto con su hijo Diego, antes de ser trasladado a Santo Domingo en 1536.

Pasadas las diez y treinta y cinco de la mañana, comenzó a sonar una antigua marcha militar que marcó la entrada de la comitiva. Al frente figuraba el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, seguido ya por todos los participantes en el acontecimiento: los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, las infantas doña Elena y doña Cristina y los presidentes de España, Felipe González; Argentina, Carlos Menen; Ecuador, Rodrigo Borja; El Salvador, Alfredo Cristiani; Uruguay, Luis Alberto la Calle; Guatemala, Jorge Serrano; Costa Rica, Rafael Calderón; Puerto Rico, Rafael Hernández Colón; Bolivia, Jaime Paz Zamora; Nicaragua, Violeta Chamorro; Chile, Patricio Aylwin; Honduras, Rafael Callejas; Paraguay, Andrés Rodríguez; Panamá, Guillermo Endara; Brasil, Fernando Collor de Mello; y Cuba, Fidel Castro, que entró en animada conversación con la infanta Cristina.

Para la Expo 92, el presidente Felipe González había creado el Alto Patronato, nombrando al vicepresidente Narcís Serra, quien designó al diplomático Emilio Cassinello como comisario general de la Exposición Universal de Sevilla.

En la Expo, Cuba tuvo su propio pabellón. Un edificio de planta rectangular con tres niveles que se elevó sobre una superficie de unos dos mil metros cuadrados. El pabellón fue obra del arquitecto sevillano José Ramón Moreno y los elementos decorativos fueron propios de las canteras cubanas, aunque algunos se llevaron desde Cádiz, por su similitud.

El 11 de agosto de 1992, el avión que transportaba a Castro aterrizó en el aeropuerto de Lavacolla, donde fue recibido, a pie de pista del aeropuerto Lavacolla de Santiago de Compostela, por Rico, Manuel Fraga Iribarne y demás conselleiros de la Xunta. Con la visita oficial a Galicia de Fidel Castro, que aterrizaba a las 11:00 a. m., en el IL-62, proveniente de Sevilla, se iba a cumplir posiblemente unos de los grandes anhelos de Fidel: visitar la tierra de su padre.

Desde el año 1991 se venía trabajando por esta visita. En unas de mis largas conversaciones con Fernando Amarelo de Castro, quien fuera secretario xeral de Emigración de la Xunta de Galicia, me comentaba que Fidel siempre había manifestado abiertamente su deseo de venir a Galicia. La gestión del embajador Gumersindo Rico y el gallego Fernández fue una pieza clave para la consolidación de esta visita, que constituyó un testimonio más del éxito de la diplomacia española en Cuba, liderada por un embajador cuyo compromiso y dedicación dejaron una huella imborrable en las relaciones bilaterales.

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