EN RECONOCIMIENTO A SU TRABAJO AL FRENTE DEL CENTRO DE DÍA PARA EMIGRANTES ESPAÑOLES

Dos emigrantes españoles, galardonados en Hannover con la Cruz de Isabel la Católica

Hace aproximadamente un mes que Hortensia González, asistente social de Cáritas de Hannover y directora del Centro de Día para emigrantes españoles mayores en esa ciudad, recibía una carta del cónsul general de España en Hamburgo, Joaquín Pérez-Villanueva, comunicándole que le había sido concedida la Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica. También Teodoro Calvo, coordinador del mencionado centro, recibió al mismo tiempo un mensaje semejante.
Dos emigrantes españoles, galardonados en Hannover con la Cruz de Isabel la Católica
Teodoro Calvo recibe su diploma.
Teodoro Calvo recibe su diploma.
Hace aproximadamente un mes que Hortensia González, asistente social de Cáritas de Hannover y directora del Centro de Día para emigrantes españoles mayores en esa ciudad, recibía una carta del cónsul general de España en Hamburgo, Joaquín Pérez-Villanueva, comunicándole que le había sido concedida la Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica. También Teodoro Calvo, coordinador del mencionado centro, recibió al mismo tiempo un mensaje semejante. Para ambos, la condecoración había sido solicitada por el anterior cónsul general de España en Hannover, Juan F. Zurita Salvador.
La Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica sirve de reconocimiento a sus méritos, recopilados durante muchos años de trabajo en favor de la emigración española en la capital de Baja Sajonia. La noticia de la concesión de la distinción honorífica fue motivo de júbilo entre la comunidad española de la ciudad, pues los dos son muy conocidos y apreciados.
Hortensia González y Teodoro Calvo recibieron las preciadas distinciones en el Consulado General de España de esta ciudad, aún en funcionamiento, el pasado jueves, 23 de junio, a las siete de la tarde. Los diplomas que acreditan la concesión y una cruz simbólica, les fueron entregados por Pérez-Villanueva, en nombre del Rey de España, en presencia de unos pocos familiares y amigos íntimos. Pero ellos no fueron los únicos condecorados.
Junto a los españoles, otras dos personas alemanas recibieron el mismo honor. En este caso se trataba de Charlotte von Kleist, empleada del Consulado de Hannover, que se distinguió por su trabajo de intérprete, apoyando al cónsul en sus intervenciones públicas y representando a España de forma ejemplar en todas las ocasiones, según palabras de Pérez-Villanueva. El otro galardonado fue el diácono Werner Mellentín, que ayudaba desinteresadamente a los niños españoles que tenían dificultades para hacer los deberes escolares y quien todavía hoy sigue apoyando a los emigrantes en todo lo que esté de su mano. Cuando comenzó con esa labor humanitaria no conocía siquiera la lengua española, que hoy habla con gran soltura. El cónsul le calificó como ejemplo de abnegación y altruismo, algo que el sacerdote ve, más que como un mérito, como un deber cristiano.


Hortensia González, una privilegiada

Hortensia González Martínez nació en Zaragoza. Desde muy joven estuvo relacionada con la cultura alemana, pues asistió en su ciudad natal al Colegio Alemán ya desde el jardín de infancia.
Después de terminar los estudios de Filosofía y Letras, decidió venir a Alemania para “refrescar” sus conocimientos de alemán. Ya aquí, animada por una amiga que trabajaba en Aquisgrán, se decidió a buscar empleo. Al principio dio clases de español, pero sus inquietudes sociales, inculcadas por sus padres desde temprana edad, la llevaron a buscar trabajo en la asistencia social. Realizó un examen en Friburgo, en la Central de Cáritas, donde Juan Manuel Aguirre, el primer enviado de Cáritas de España para atender a los emigrantes, dirigía y coordinaba los centros de asesoramiento para las familias españolas en toda Alemania. Aprobó y le ofrecieron una vacante en Hannover. Al ir a tomar posesión del cargo se dio cuenta de que ni tenía permiso de trabajo, ni de residencia, es decir, era, prácticamente, una “ilegal”. Tuvo que volver a España a arreglar la documentación necesaria y, superado ese contratiempo, pudo empezar con su trabajo e ir creciendo en él.
Más tarde, Cáritas le facilitó realizar estudios complementarios de Pedagogía Social. “Para mí es un privilegio trabajar en Cáritas con mis compatriotas”, dice, “de ellos he aprendido y sigo aprendiendo todos los días” en lo que se refiere a valor humano, abnegación y espíritu de superación, “soy el producto humano de lo que ellos han compartido conmigo”, asegura.
En un día tan especial para ella, recordó con emoción a los suyos, a sus padres, que ya no están, a su hermana y especialmente a su hijo Íñigo, que no pudo acompañarla porque está estudiando en Chile. De él cuenta con orgullo que a pesar de haber nacido y vivido en Hannover hasta terminar el bachillerato, se sentía español ante todo, incluso había renunciado a la nacionalidad alemana cuando se la ofrecieron, ya que antes había que entregar el pasaporte español al nacionalizarse alemán. Ahora ya podrá tener ambas.
Cuenta también que en su trabajo siempre tuvo la ilusión de colaborar con instituciones y personas, unirse por una meta común. Por eso, al darse cuenta del dilema de los emigrantes que se hacían mayores, entre la ilusión siempre mantenida del retorno y la opción de quedarse definitivamente, se dio cuenta que había que hacer algo para ayudarles y buscó la colaboración entre el Consulado General de España y Cáritas para gestionar la creación de un Centro de Día en Hannover. Esa cooperación se ha ido estrechando a lo largo de los años y ha hecho posible un programa modélico para emigrantes españoles de la tercera edad.
El cónsul general de Hamburgo mencionó en el discurso laudatorio la valía de la aragonesa, que “según los testimonios de todos, tiene méritos más que sobrados para recibir esta condecoración y se la merece ampliamente”, dijo, ofreciéndole a continuación su colaboración en el futuro, al pasar los españoles de Hannover a la tutela de Consulado de Hamburgo.
“Confieso mi profunda emoción y agradecimiento por el honor que me concede mi país”, dijo Hortensia González a modo de reconocimiento por la distinción recibida, “esta Cruz de Isabel la Católica que me entregan la habéis hecho posible vosotros”, refiriéndose en este caso al “eficiente y entusiasta equipo” con el que comparte el trabajo. “Doy las gracias a los que estáis presentes hoy por nuestro trabajo conjunto, pero pienso también en aquellos que sin estar no se encuentran ausentes”. Tuvo también un entrañable recuerdo para el anterior cónsul, Juan Zurita, y para las personas que son o fueron para ella más cercanas. Agradeció, además, al actual cónsul el haberse desplazado especialmente desde Hamburgo para entregarles la distinción.


Teodoro Calvo, un jubilado famoso
Desde que en otoño de 2008 fuera invitado por la canciller alemana como emigrante ejemplar, al simpático abulense le llueven los honores. Tras el reconocimiento a sus méritos por el Gobierno alemán, también Cáritas le concedió en 2009 su Insignia de Honor en Plata.
Por fin, también España reconoce sus méritos al concederle la Cruz de Isabel la Católica, un honor que recibió emocionado y feliz, en presencia de su esposa, hijo y nieta, íntimos amigos y compañeros del Centro de Día.
El cónsul de Hamburgo, al hablar de la trayectoria personal del jubilado, dijo que él era el paradigma de todo lo bueno que habían sido los españoles en Alemania, poniendo de relieve su “segunda vida” tras la jubilación, marcada por la solidaridad y el espíritu de superación.
Calvo agradeció al cónsul Pérez-Villanueva sus palabras y recordó también con gran afecto al anterior cónsul de Hannover, “si no fuera por él no estaríamos aquí”, recordó. También quiso hacer partícipes de ese premio a todo el equipo del Centro de Día, “tanto a los que están hoy aquí como a los que nos precedieron”, dijo, “ya que sin ellos no hubiera sido posible llevar a cabo ningún proyecto”.
Finalmente, agradeció a Vicente Riesgo, director de la Academia Española de Formación y coordinador de los seminarios de ¡Adentro!, en los que Calvo se formó como animador sociocultural, el que se haya desplazado con su esposa desde Bonn para acompañarle en un día tan señalado.


La condecoración no es igual para todos
Los condecorados alemanes llevaban la Cruz de Isabel la Católica, reluciente sobre el pecho. En los dos españoles brillaba la condecoración por su ausencia. Algunos conjeturaron que seguramente eran categorías diferentes, pues en vez de la Cruz mencionada, se les había entregado una minúscula insignia. Eso sí, los diplomas eran iguales para todos.
Un funcionario del Consulado explicó posteriormente que los honores eran los mismos, pero que la distinción material, la condecoración, la obsequiaba el Estado español sólo a los extranjeros, los españoles tendrían que comprarla. La misma explicación daba el cónsul a los que le preguntaron, quien aclaró además que eso era así también en otros países. En muchos casos serían los amigos los que obsequiarían con la joya a los galardonados.