Blanco: “El asociacionismo es más necesario que nunca en Caracas o La Habana, pero difícil de mantener por la situación en sus países”
La historia del asociacionismo español en América a partir de los años 60 centró el simposio internacional celebrado los pasados días 30 y 31 de enero en Zamora. La cita sirvió a catedráticos y profesores de distintas universidades españolas y argentinas para ahondar en el papel de unas entidades capaces de unir y vincular con España a los que salían al exterior, pero que deben reorientarse si quieren perpetuarse en el tiempo.

La historia del asociacionismo español en América pasó por distintas etapas desde finales del XIX hasta la actualidad, momento en el que, por las circunstancias que atraviesan, se hace “más necesario que nunca” en capitales como La Habana o Caracas, pero donde es "difícil de mantener por la situación” de sus países, reflexionó el director de la Cátedra de Población, Vinculación y Desarrollo de la UNED, Juan Andrés Blanco, en declaraciones a ‘Crónicas de la emigración’, tras el simposio internacional sobre ‘El asociacionismo de la emigración española’, que se celebró los pasados días 30 y 31 de enero en Zamora.
Centrado en exponer la evolución de las entidades creadas en Buenos Aires, Caracas y La Habana entre 1960 y finales del siglo XX –con prolongación hasta nuestros días–, el encuentro se convocó para sacar a la luz el contenido de las investigaciones llevadas a cabo al respecto por catedráticos y profesores de distintas universidades españolas y argentinas, fundamental para comprender el papel que jugaron estas instituciones en el pasado, pero también en el presente, cuando se ven obligadas a “reorientarse” para ajustarse a los “cambios generacionales”, así como a las situaciones de los países en los que se asientan, apunta Blanco.
De lo expuesto en esas dos jornadas de trabajo se desprende que “el asociacionismo” en el exterior “va cambiando en algunos aspectos” a lo largo de los años, “se crean federaciones”, se observa “mayor incorporación de las mujeres” a las entidades, pero también “se modifican sus servicios”, ya que, por circunstancias políticas, tienen que dejar de prestar atención sanitaria o asistencial –como es el caso de Cuba, con la Revolución castrista, o en Buenos Aires–, que “pasan a ser ejercidas por el Estado”.
Los años 60 -corrobora Blanco- corresponden a un periodo de la historia en el que ya se había comenzado a cortar “la corriente migratoria” en España y factores como la Revolución cubana o los cambios políticos que empezaron a sucederse desde entonces en Argentina y Venezuela, fueron “muy influyente en las asociaciones” de emigrados, tanto gallegas como castellanas, canarias, asturianas o vascas. Asimismo, las circunstancias que rodearon el final del siglo pasado y la entrada en el actual –la caída del sistema soviético, la crisis de 2008, la pandemia o el corte en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba con la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2017– tuvieron también su repercusión en estas sociedades, que, según el catedrático de la UNED, desempeñaron un papel crucial en sus inicios, tanto para familiarizar a los recién llegados con el nuevo entorno como para mantener el vínculo con el país de origen.
Pese a estos acontecimientos que, sin duda, opacaron el esplendor que vivieron algunas de estas entidades a comienzos del siglo pasado, Blanco habla de un “asociacionismo resistente” que llega hasta nuestros días, con muchos hijos y nietos de la diáspora española vinculados a las mismas. La prueba es que hoy existen “asociaciones centenarias que se mantienen”, por más que otras hayan desaparecido e incluso “algunas consiguieron recuperarse y entablar una mayor vinculación con España”, una vez que este país asumió el cambio a la democracia. A partir de entonces, se establece “una intensa relación” entre las entidades del exterior y la Administración estatal, pero también con las “autonómicas, provinciales e incluso, locales”, añade.
Asociacionismo “muy potente” en Buenos Aires
El caso de Buenos Aires es el que señala como el más significativo en cuanto a la importancia del asociacionismo, ya que “es la ciudad que recibió más emigrantes españoles desde finales del XIX y después de la segunda Guerra Mundial. Se trataba de un “asociacionismo muy potente”, reconoce. No niega que “algunas asociaciones han ido desapareciendo, y que otras se han ido englobando” en entidades más amplias, pero también las hay que “se han revitalizado”, como las castellanas.
En la actualidad, atestigua, “están en proceso de reorientación; de recambio generacional y de refinición” de los servicios que prestan a sus socios en función de sus necesidades, pero, observa que el momento propicia una “buena relación con las comunidades autónomas en el caso de Galicia, País Vasco, Castilla y León, Asturias y también Cataluña". El desafío es, pues, “reorientarse y garantizar los cambios generacionales”, reconoce el profesor quien considera que “el asociacionismo español en Buenos Aires es muy significativo todavía” y mantiene “vínculos estrechos con España”, motivado a que hoy “es más fácil que nunca”, tanto para “la participación con el voto”, como para “recibir ayudas” o establecer “comunicaciones”.
Desbandada en Cuba
En el caso de La Habana, hace hincapié en el cambio que experimentaron las entidades de la colectividad tras la Revolución –algunas llegaron a contar hasta con 100.000 socios, atestigua–, que perdieron sus sedes y su patrimonio y dejaron de prestar atención sanitaria, farmacéutica y educativa.
“La nacionalización de la propiedad privada” en Cuba hace que muchas de estas entidades –lugares donde se ofertaban “servicios de calidad” y se convocaba a los socios a participar en “actividades recreativas y culturales”– “desaparezcan y se vean privadas de sus patrimonios”.
Los años 80 propician la recuperación de algunas de ellas, gracias a la “vinculación a España”, con las visitas a Cuba de Adolfo Suárez, Felipe González y Manuel Fraga, aunque también se van a ver muy afectadas por la “disolución de la Unión Soviética”. Entonces empiezan a actuar como “un espacio de reducto moral”, servirán de “refugio” para los asociados y seguirán “con sus pactos de solidaridad y poniendo en común lo que tienen”.
Con la entrada en los años 90 “se recupera el asociacionismo” y “se aumentan las ayudas”, también por “interés político”, sostiene, y “entran en juego programas como Añoranza, o las becas” de estudios. Pero la crisis económica de 2008 o la entrada en vigor del voto rogado, en 2011, vuelven a distanciar a las asociaciones de España, lo mismo que la pandemia, en 2020, que les afectó de gran manera. “Muchas habían recuperado los servicios, como restaurantes, etc.”, pero la “crisis terrible” que ello desencadenó y la circunstancia crítica que vive el país en la actualidad las tiene sumidas de nuevo en una “situación muy difícil”, hasta el punto de que “los jóvenes se están yendo y se llevan con ellos a los mayores que no pueden ser atendidos en el país con las ayudas que se envían” desde fuera.
Demanda de servicios de carácter asistencial en Caracas
Por último, en Caracas, “el repunte del ‘boom’ del petróleo, a mediados de los años 50, desarrolla una importante emigración gallega, castellana y canaria” a Venezuela, y también “vasca”, que es “más política”, de donde surgen asociaciones vinculadas al Gobierno vasco y también algunas de carácter independentistas.
En Caracas, como ocurre en otros lugares, las asociaciones de la colectividad “empiezan a tener dificultades cuando las dificultades económicas asoman”. Esto “les afecta, porque algunos dirigentes salen del país” y, además, suman a la “necesidad de aportar servicios de carácter asistencial, como al principio del asociacionismo, las dificultades” derivadas del “propio funcionamiento”, resume el catedrático de la UNED, quien lleva años abordando en sus estudios las circunstancias que rodean al fenómeno migratorio en Castilla y León, pero también en el conjunto de España. .
El simposio que se celebró en Zamora –dirigido a historiadores y antropólogos vinculados con el conocimiento del dinamismo migratorio, el asociacionismo y la vinculación entre territorios–, y en el que Blanco también tuvo una participación destacada, forma parte del proyecto ‘El asociacionismo de la emigración española en América a partir de la década de 1960’, que estuvo financiado, entre otros, por los fondos Feder, bajo el epígrafe ‘Una manera de hacer Europa’.
Contribuyeron al mismo, también con el resultado de sus investigaciones profesores y catedráticos de las universidades españolas de la UNED, La Laguna (Canarias), Zaragoza, Oviedo, País Vasco, Salamanca, Santiago de Compostela, Sevilla y Complutense de Madrid. Procedentes del exterior, se dieron cita en el evento expertos de las universidades de Luján y la Nacional de Rosario (Argentina) y de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (Unila), entre otras.