CLAUDIA MöLLER N HISTORIADORA ARGENTINA E IMPULSORA DE VINARIUS GUARDERÍA DE VINOS EN SALAMANCA

“A España le hacía falta un sacudón muy grande para que aflorara la creatividad”

Llegó a España habiendo disfrutado del éxito en Argentina. Su objetivo era seguir formándose para regresar a su país. Sin embargo, las circunstancias de la vida, no siempre agradables, la hicieron optar por vivir en Salamanca, desde donde sigue sentando cátedra en las aulas pero también en los negocios, con la creación de una Guardería de Vinos, única en el mundo.
“A España le hacía falta un sacudón muy grande para que aflorara la creatividad”
 Claudia Möller, en la cava romana convertida en Vinarius Guardería de Vinos.
Claudia Möller, en la cava romana convertida en Vinarius Guardería de Vinos.

Llegó a España habiendo disfrutado del éxito en Argentina. Su objetivo era seguir formándose para regresar a su país. Sin embargo, las circunstancias de la vida, no siempre agradables, la hicieron optar por vivir en Salamanca, desde donde sigue sentando cátedra en las aulas pero también en los negocios, con la creación de una Guardería de Vinos, única en el mundo.

 

Por las venas de esta mujer argentina de nacimiento corre sangre española y danesa. Una mezcla que conjuga en una misma persona la creatividad argentina, la amabilidad española y la efectividad nórdica. Claudia Möller llegó a España y al vino gracias a Carlos V. El afán por lo nuevo de esta historiadora la convirtió en participante del primer programa oficial de España para intercambio de profesores con Latinoamérica en 1995. En su proyecto de vida, España era un lugar de paso hacia París, pero descubrió Salamanca y se enamoró de la ciudad. Al abrigo de la piedra dorada salmantina descubrió un concepto que le cambió la forma de pensar: “Ribera de Duero”.
Cinco años después, Claudia regresó a Salamanca para echar, por ahora, raíces en una “ciudad perfecta, hecha a escala humana”. Historiadora, conferenciante, escritora, empresaria… pero sobre todo apasionada de sus ideas. Con un reconocimiento académico y profesional que sobrepasaba los límites de España, un día imaginó que la bodega romana que había debajo de la casa que acaba de comprarse en la localidad salmantina de Castellanos de Villiquera podría ser el lugar perfecto para una guardería de vinos, un concepto que nadie en el mundo se había atrevido a imaginar.
Y así se lanzó a hacer realidad y rentable un proyecto que parecía pura utopía argentina. “En España hacía falta un sacudón muy grande para que aflorara la creatividad. Argentina es creativa porque vive en los saltos, no hay estabilidad, seguridad, es un caos. Allí, o eres creativo o te mueres”, asegura.
Según recuerda, todo el proceso del vino se cuida muchísimo pero hasta que se embotella y una vez ahí, se descuida. Evitar que una vez comprada la botella se lleve en un maletero a casa, a la intemperie era el objetivo que estaba naciendo en la cabeza de la empresaria. Claudia explica que el vino es muy sensible y necesita cuidados intensivos tanto como un niño, para que después de educarle, darle forma y mimarle en una barrica durante años, ese proceso no se vea empañado por un mal transporte o por dejarlo sin temperaturas adecuadas esperando a ser abierto en un mueble bar.
Vinarius, el sueño hecho realidad, tiene tantas aristas como la imaginación es capaz de trazar. Las únicas reglas son el respeto al cliente y al vino; fervor por la calidad y el buen trato; pasión por el pasado de las cepas que criaron las uvas, la bodega que convirtió el mosto en manjar y por el propio vino; e información amena para el cliente.
“No soy enóloga pero de cultura del vino sé un rato. La etiqueta Borboña es el abc del vino y la mandó hacer Carlos V” –una de sus debilidades profesionales–, explica antes de añadir que ese es “un terreno que España no lo utiliza. Se resiste a aprender de los franceses, que ante cualquier pequeño hallazgo cultural hace un negocio. Aquí seguimos con la típica cata técnica y el ‘marketing’ puro, sin aprovechar el añadido que tiene el vino, que es su historia”.
Hace unos años hizo un informe para el Parlamento europeo sobre el mercado del vino en España. En él aseguraba que “hay crisis, pero no en el mundo del vino, sino en las cabezas de la gente que lleva el ‘marketing’ de las bodegas”.
A la hora de decidir sus bases para Vinarius, Claudia optó por ser independiente y crear su propio sistema basado en los resultados de todos los concursos internacionales. Además, todas sus actividades son “distintas” porque hay catas históricas, turismo histórico enológico, y siempre de forma personalizada. “En Vinarius hacemos una especie de pedagogía del vino”, asegura.
Con el tiempo, aquella idea loca de una guardería de vinos se hace conocida, rentable y recoge premios. “Al salir en prensa, hubo una avalancha de petición de información, en el mundo del vino fuimos muy bien acogidos en Italia y Francia y en España no se recibió bien pero tampoco criticó”.

Actividades “distintas”
Además, todas sus actividades son “distintas” porque hay catas históricas, turismo histórico enológico, conferencias distintas para vivir la verdadera cultura del vino y siempre de forma personalizada. Todo ha sido poco a poco, perseverando... y luego he tenido la suerte de que me han ido llegando reconocimientos y premios, como el de mujer innovadora en el mundo rural, que concede el MARM.
Claudia no se detiene, para ella sigue habiendo “enigmas sin comprender” en el mundo del vino. Dentro de poco saldrá el Vinarius Financial Wine, una aplicación para plataformas móviles sobre asesoramiento de vinos y al mismo tiempo trabaja con la Asociación de Mujeres y Familias del Ámbito Real (AMFAR), con las que ha realizado un proyecto para enseñarle la utilidad de internet y las nuevas fórmulas de comunicación para sus futuros negocios . Además, también está trabajando en un proyecto de recuperación del patrimonio rural actual en Salamanca.