SU MADRE, ASUNCIÓN ROBLEDO, ERA DE LA LOCALIDAD VILLAVICIOSINA DE MORIYÓN

Diana Villarnovo, la asesora asturiana de Hillary Clinton

La asesora jefe para negocios y asuntos comerciales del Departamento de Estado americano y que trabaja junto a la secretaria de Estado Hillary Clinton, Diana Villarnovo, no olvida sus raíces asturianas, concretamente maliayesas.
Diana Villarnovo, la asesora asturiana de Hillary Clinton
 Diana Villarnovo, junto a su jefa, Hillary Clinton.
Diana Villarnovo, junto a su jefa, Hillary Clinton.
La asesora jefe para negocios y asuntos comerciales del Departamento de Estado americano y que trabaja junto a la secretaria de Estado Hillary Clinton, Diana Villarnovo, no olvida sus raíces asturianas, concretamente maliayesas. Más bien todo lo contrario, a pesar de haber nacido y criarse en Estados Unidos, tiene muy presentes sus orígenes.
Su madre, Asunción Robledo, era de la localidad villaviciosina de Moriyón y las circunstancias de la vida la llevaron a cruzar el Atlántico. En 1953, mientras se resguardaba de la lluvia en una cafetería de Washington, conoció al que sería su marido, un gallego con el que tendría tres hijos. Pero, en el alma de Asunción Robledo, a pesar de residir a miles de kilómetros de su Villaviciosa natal, siempre estuvo intacta la asturianía.
La madre de Diana Villarnovo conserva un alto número de primos con lazos en el concejo. Una es Mercedes Robledo, que vive en la localidad segoviana de Torre Caballeros, pero visita Asturias a menudo. Conoció a Diana Villarnovo cuando ésta visitó España con 15 años y mantiene un contacto fluido. “No se ha olvidado de la primera vez que vino. Viajaba en tren realizando el trayecto Francia-Oviedo, pero, cuando supo que sólo llegaba a Santander, nos llamó para ir a buscarla en nuestro Seiscientos. Allí estaba ella, esperándonos en la puerta del hotel”, recuerda Mercedes Robledo. Entonces surgió una estrecha relación entre las primas que aún mantienen hoy con llamadas de casi una hora cada quince días. Diana Villarnovo visita Villaviciosa siempre que su apretada agenda se lo permite, aunque ya no puede ser de forma tan asidua como cuando lo hacía todos los veranos.