Opinión

Mondariz y los planes urbanísticos de Antonio Palacios

“La urbanización y ajardinamiento de la zona, así como la construcción de edificios diferenciados de su entorno, provoca una admiración que pronto se convierte en uno de los lugares comunes de las crónicas de los viajeros que conocen la historia del Balneario: ‘Troncoso, olvidada aldea de miserables viviendas veinte años hace, convertida hoy por arte mágica en un pueblo, con edificaciones modernas, alegre y bonito, y con más humos, o, si se quiere, gases, que la capital de su Ayuntamiento’. Consciente de ser un centro dinamizador de su entorno, fomenta su imagen de núcleo diferenciado, irradiador de civilización, que se expande y toma entidad”, leemos en las páginas de Buvette, Aguas de Mondariz. Fuente del Val, S.A., 2008. Magnífica obra conmemorativa cuyo admirable texto histórico y documental corresponde a la ensayista Yolanda Pérez Sánchez, acompañada de antiguas imágenes fotográficas y grabados, con la colaboración de Enrique Touriño y la Fundación ‘Mondariz Balneario’.

Mondariz y los planes urbanísticos de Antonio Palacios

Las consecuencias de esta inyección de desarrollo, no obstante, no se hacen patentes de modo pleno hasta la segunda década del siglo XX. Al trascender la configuración más allá de un “Establecimiento” de Baños, desde la construcción del “Gran Hotel” –simbólico edificio de todo “corpus” termal–, la arquitectura se metamorfosea en el imán primordial que sedujo a los agüistas como una alternativa ante otros centros de termalismo veraniego. Esta fase constructiva, pues, corresponde a la dirección de Enrique Peinador Lines durante los años de la década de 1920.

Después de llevar a cabo diferentes viajes al norte de Europa, donde conoce los célebres centros de termalismo de Alemania y Suiza, Enrique Peinador Lines asume el cargo de director de Mondariz Balneario. ¿Obras más preciadas de esta época? Ellas tienen su deuda con el arquitecto porriñés Antonio Palacios, las primeras aún con la colaboración del arquitecto Joaquín Otamendi. El ilustre Palacios colabora –en su afán de amor por la cultura gallega– en señeras publicaciones como Galicia y Nos. He ahí cómo Antonio Palacios entablará amistad con Enrique Peinador Lines durante las tertulias de la ‘Botica Nova’ en la villa de O Porriño, impulsadas por su hermano, el farmacéutico José Palacios. Alrededor de la mesa de diálogo, asimismo se hallaban Darío Álvarez Limeses y Valentín Paz Andrade. También el eximio poeta cambadés Ramón Cabanillas, por aquel entonces secretario en el ‘concello’ de Mos y residente en O Porriño. Y sin olvidarnos de Jaime Solá, director de la revista Vida Gallega.

Para suceder al arquitecto Jenaro de la Fuente Domínguez no se ofrecía la mejor opción sino la de Antonio Palacios, con la finalidad de acrecentar el prestigio del “Establecimiento”. Recordemos, además, que Palacios anhelaba estimular las capacidades turísticas de Galicia. Dignos de relieve son sus planes de intervención urbanística para ciudades como Santiago y Vilagarcía y, sobre todo, en Vigo. Paradigmas fueron, por ejemplo, “El Plano de Ensanche y Reforma Interior” de la ciudad viguesa, de 1908, el cual dio pie a un acervo de artículos diversos en la prensa gallega. Continuando con las teorías de Camilo Sitte y los postulados del “regionalismo”, imaginó un plan comarcal con una idílica ruta “Vigo-Mondariz”, aprovechando un tramo del tranvía, enaltecido por un maravilloso bosque de pinos.