Opinión

‘Hombres de maíz’ y ‘Mulata de tal’, de Miguel Ángel Asturias

“Sí, en Hombres de maíz, en Mulata de tal, encontramos el realismo mágico que, efectivamente, en un relato, va en dos planos: un plano de la realidad y un plano de lo irreal. Pero el indígena, cuando habla de lo irreal, da tal cantidad de detalles de su sueño, de su alucinación, que todos esos detalles convergen para hacer más real el sueño y la alucinación que la realidad misma. Es decir, que no puede hablarse de este realismo mágico sin pensar en la mentalidad primitiva del indio, en su manera de apreciar las cosas de la naturaleza y en sus profundas creencias ancestrales”, afirma el poeta y novelista guatemalteco Miguel Ángel Asturias –premio ‘Nobel’ de 1967 y de quien se cumplen cincuenta años de su fallecimiento en Madrid–, en el libro Conversaciones, escrito por el poeta español Luis López Álvarez y publicado en la colección ‘Novelas y Cuentos’, editorial Magisterio Español, S.A., Madrid, 1974.

‘Hombres de maíz’ y ‘Mulata de tal’, de Miguel Ángel Asturias

Ciertamente, en Clarividencia primaveral hallamos, yacente bajo el poema, esta teoría de la claridad que nace de los seres y de las cosas. “Claridad interna, posibilidad de imán, de imán que nos atrae, que alumbra desde su propio ser”, expresa Miguel Ángel Asturias. A su parecer, la poesía es magia de los dioses, según los mayas y los “náhualt”. El arte de “endiosar” las cosas. El poeta “endiosa” las cosas que dice, y las dice, ni despierto ni dormido, sino “clarivigilante”, esto es, en estado de piedra mágica, de madera mágica, de animal mágico, de fuerza mágica.

Continuando con el perfil de su pensamiento, el escritor de Guatemala asevera que en los escultores la magia se ejerce por el tacto. He ahí las formas táctiles, esculpidas, “expuestas a picotazos” por la luz del aire: los volúmenes de la atmósfera que envuelve a las ciudades mayas. “Los músicos hablan por el sol, al encontrar el lenguaje solar, mágico, oculto en la piedra, la madera, el cuero de los tambores, la caña agujereada”, prosigue. “Hay una magia solar –agrega– que, al hacerla vibrar los músicos, el compositor o ejecutante, cobra existencia”.

En cuanto a la segunda vertiente de su obra –la más vinculada a los conflictos de su época–, conviene recordar, sobre todo, la novela El Señor Presidente, seguida por la “trilogía bananera” compuesta por El papa verde, El viento fuerte y Los ojos de los enterrados. Y que, en alguna medida, se completa con Week End en Guatemala. “Esta generación mía de escritores latinoamericanos –que pudiéramos llamar la “generación del veinte”–, en la cual estaban Alejo Carpentier, Arturo Uslar Pietri, el ‘cholo’ César Vallejo y Pablo Neruda, ya empieza a balancear entre sueño y realidad. En El Señor Presidente hay mucho de eso”, responde Asturias al poeta español Luis López Álvarez.

Así, pues, El Señor Presidente es un libro eminentemente político, en el sentido de que es una novela inspirada en una dictadura y que procura dibujar la personalidad del dictador, tal como existió y tal como permaneció en el poder en Guatemala durante veintidós años. “Era un personaje invisible –asegura Asturias– y todopoderoso. Pero no sólo he tratado de recrear el personaje, sino de significar cómo todos los elementos de la sociedad se van corrompiendo con la dictadura”.