Opinión

El nuevo analfabeto

La incapacidad para comprender la realidad a través de los mensajes de los periódicos es una forma de analfabetismo que hace estragos en las sociedades modernas. Como otras normas del civismo, debería ser asignatura esencial en las escuelas para evitar el papanatismo y la credulidad ante cualquier hecho publicado. Tragamos con todo.

La incapacidad para comprender la realidad a través de los mensajes de los periódicos es una forma de analfabetismo que hace estragos en las sociedades modernas. Como otras normas del civismo, debería ser asignatura esencial en las escuelas para evitar el papanatismo y la credulidad ante cualquier hecho publicado. Tragamos con todo. La primera tara de los periódicos es el localismo y el etnocentrismo, que es culpar a los de fuera de los problemas de dentro, ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el ojo propio. Pongamos tres ejemplos frescos. Primero, hay una campaña mediática creciente en Galicia contra los peajes que está imponiendo el Gobierno portugués y que los periódicos gallegos desacreditan advirtiendo que se rompe la economía de la eurorregión Galicia-Norte de Portugal; habría que decir que el propio territorio gallego ya se resiente a sí mismo por el carísimo peaje norte/sur entre A Coruña y Vigo, uno de los más caros de España, que causa estragos en el cinturón industrial atlántico y sólo beneficia a la concesionaria privada del vial más importante del país. Segundo, la prensa española se lo ha pasado de lo lindo burlándose del corralito argentino con superioridad insultante, pero protege a los mafiosos españoles que provocaron el corralito de las preferentes y mira para otro lado ante el corralito impuesto por la Comisión Europea a Chipre. Tercero, la citada Argentina sigue imponiendo condenas a los responsables de su dictadura y en España los periódicos siguen contando un cuento a los americanos presumiendo de transición modélica del franquismo, cuando en realidad en España no ha sido juzgado ni uno solo de los torturadores o dirigentes del franquismo, que sin embargo han sido premiados con puestos millonarios en empresas públicas privatizadas.
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