Opinión

Cocina Gallega

Dicen que el sentir marinero es consustancial de los pueblos con litoral marítimo; sin embargo, griegos y romanos, por ejemplo, y al contrario de los fenicios, tenían un temor proverbial al mar, navegaban sin alejarse de las costas, y a menudo apelaban a navegantes avezados de otras naciones.

Dicen que el sentir marinero es consustancial de los pueblos con litoral marítimo; sin embargo, griegos y romanos, por ejemplo, y al contrario de los fenicios, tenían un temor proverbial al mar, navegaban sin alejarse de las costas, y a menudo apelaban a navegantes avezados de otras naciones. Pero en Galicia, ya hay vestigios de navegación (utilizando barcas de mimbre forradas con cueros) en la era prehistórica; así lo demuestra el hallazgo de obras portuarias megalíticas en Cedeira, Ortigueira y Bares. El faro de A Lanzada, de Brigantium, el Portus Magnus Artabrorum, y la actual Torre de Hércules son hitos indicadores de la actividad marítima de los antiguos pobladores de Galicia, y da sustento a las leyendas de Breogán y los Hijos de Mil, a las míticas batallas en las costas del Atlántico y el Cantábrico, el religioso temor de los legionarios en nuestro Finisterre. Julio César hace referencia a las débiles naves gallegas, que poco pudieron hacer ante la poderosa flota romana enviada desde Cádiz para doblegar a los belicosos aborígenes. Pero, poco a poco, y debido a los continuos ataques por mar de vándalos, musulmanes, normandos, vikingos, nuestros antepasados iniciaron la modernización de su flota para dar pelea en el mismo elemento que sus agresores. Fue Gelmírez quien dio inicial impulso a la iniciativa, contratando incluso expertos provenientes de Pisa y Genova. Es sabido que los astilleros de Galicia estaban entre los más importantes de la Edad Media, y que la Santa María, nave capitana de Colón, era “gallega”, lo mismo que uno de los navíos que participaron del último viaje de Colón. Y le cupo a Baiona tener el honor de ver llegar a la Pinta desde América, siendo en ese puerto gallego donde se tuvo las primeras noticias del éxito de la aventura dirigida por el Almirante. En Baiona, desembarca en 1558 el pirata Drake para saquear el convento de San Simón y asediar A Coruña. Y Julio Verne no encuentra mejor paisaje que las Rías gallegas para que el capitán Nemo dé abrigo al Nautilus y esconda sus tesoros. En fin, que el gallego tuvo vocación por ir en busca de horizontes allende los mares desde siempre, no hay duda; hasta los campesinos, marineros en tierra, mecían sus sueños en las aguas de los ríos inquietos. Se sabe de gallegos enrolados en la tripulación de Magallanes, pero el primer registro de paisanos en Argentina da los nombres de Andrés Hernández y Francisco Araujo, arribados en 1535. Algo raro, ya que en esa época, se prefería México o Perú para hacer fortuna (el Virreinato del Río de la Plata recién se instauró oficialmente en 1776, 34 años antes de la Revolución de Mayo). En la primera mitad del siglo XIX ya hay bastantes hijos de Galicia en Buenos Aires, pero recién en 1880 se inicia la inmigración masiva. Y la Reina del Plata se convierte en la Quinta Provincia por la cantidad de habitantes nativos (superior a los residentes en Galicia). Después de la Guerra Civil, también se convierte Buenos Aires en nuestra Capital cultural, debido especialmente a la intensa actividad editorial de los exiliados y al apoyo de los inmigrantes asentados de este lado del Océano. Un ancho camino de agua que unió fraternalmente a unos y otros, que se convirtió en símbolo de una Galicia sin fronteras. Solo la codicia, egoísmo, miopía de algunos políticos logró que los logros de tamaña epopeya masiva zozobrara como un navío atacado por pirañas humanas. En una compilación realizada por los monjes irlandeses en el siglo XI, conocida como el Lebor Gabala Erenn, se menciona las hazañas del rey celta-gallego Breogán, sus hijos Ith y Bili, que llegan a Irlanda desde A Coruña, y su nieto Mil Espaine (mencionado también en crónicas romanas), que, comandando una gran flota con soldados llamados los Hijos de Mil, invade Irlanda y la conquista. ¿Es el destino de Galicia ver cómo sus hijos, cual mancha de sangre fresca, avanzan en la geografía del planeta para nutrir con su esencia vital otras tierras, otras culturas? Seguramente una nueva compilación, esta vez reuniendo los hechos de la emigración masiva, especialmente las historias menudas, cotidianas, de las mujeres gallegas que tuvieron que apuntalar con su esfuerzo y abnegación la labor de sus hombres, asombraría por las aristas épicas de los relatos. Sería un libro que haría justicia. Hasta ahora, la mayoría de las historias de la emigración se detienen en los nombres de exitosos comerciantes, soldados, estadistas; la fundación de Instituciones, estadísticas, detalles técnicos. Pero hay, sin duda, una cara oculta de la epopeya, que está a la espera de un escritor, o historiador inquieto. Mientras esperamos, volvamos a la cocina, para muchos nuestro lugar natural.


Vieiras con jamón-Ingredientes: 24 vieiras, 100 grs. de jamón picado, 1 cebolla, 1 cucharada de perejil picada, pimentón, 1 limón, sal, pimienta, pan rallada.


Preparación: Limpiar las vieiras, salar y rociar con limón. Dorar la cebolla picada, añadir el jamón y el perejil. Salpimentar, retirar del fuego, incorporar el pimentón, revolver. Distribuir el rustido sobre cada vieira, espolvorear pan rallado, llevar al horno hasta que gratinen.