Opinión

Cocina Gallega

La Feria del Libro de Buenos Aires, y los comentarios que leemos en estos días a propósito de la visita de autores de otros países, las quejas de algunos artistas al comprobar que las grandes editoriales invierten fortunas en imprimir libros oportunistas,

La Feria del Libro de Buenos Aires, y los comentarios que leemos en estos días a propósito de la visita de autores de otros países, las quejas de algunos artistas al comprobar que las grandes editoriales invierten fortunas en imprimir libros oportunistas, de mínima o nula calidad literaria, y enfocan su interés en figuras mediáticas que ponen el nombre y el rostro, sin eludir el cuerpo, a textos escritos por abnegados escritores ‘fantasmas’ que, de algo hay que vivir, aunque las colas para firmar el libro de Dalma Maradona tripliquen en número de personas a las que se forman en los stands donde están sentados autores consagrados, y la intención de recordar algunas anécdotas de escritores que disfrutamos, me hizo navegar por Internet, y pescar estas pildoritas que comparto con los lectores: Nada más conocerse que le habían concedido el premio Nobel de literatura, un periodista le preguntó a Camilo José Cela: -¿Le ha sorprendido ganar el premio Nobel de Literatura? Cela respondió: -Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de Física. La pregunta me recuerda alguna de ciertos movileros de TV. Otra: Recibió Jacinto Benavente la visita de un conocido suyo, el cual no tenía gran éxito como dramaturgo. Durante el recorrido por la casa, el invitado quedó asombrado por la amplia biblioteca que poseía el premio Nobel y exclamó: -¡Vaya don Jacinto! Con tantos libros ya se pueden escribir buenas comedias. Benavente le respondió agudamente: -Pues adelante, amigo mío, están a su disposición. Una del autor del Aleph: Siendo profesor de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, Jorge Luis Borges le pidió a una alumna su opinión sobre la obra de William Shakespeare. Ésta contestó: -Me aburre. Pero al instante añadió: -Al menos lo que ha escrito hasta ahora. Borges, sin alterarse, le respondió: -Tal vez Shakespeare todavía no escribió para vos. A lo mejor dentro de cinco años lo hace. Habrá sido la misma chica que leía a Ortega, pero no a Gasset. Y aquí, un ejemplo de sinceridad brutal: Cuando el rey Alfonso XIII le otorgó a Miguel de Unamuno la Gran Cruz de Alfonso X Sabio, el escritor comentó: -Me honra, Majestad, recibir esta cruz que tanto merezco. El monarca le contestó: -¡Qué curioso! En general, la mayoría de los galardonados aseguran que no se la merecen. A lo que el escritor replicó: -Señor, en el caso de los otros, efectivamente no se la merecían. No falta la diplomacia: Durante una de sus habituales tertulias literarias, Jacinto Benavente decía grandes elogios de Ramón María del Valle-Inclán, del que decía que era uno de los más valiosos escritores que tenía España. -Pues don Ramón –le interrumpe uno de los contertulios– él no opina lo mismo de usted. Benavente replicó inmediatamente con su característica agudeza: -A lo mejor estamos equivocados los dos. Terminamos con algo muy común, los que creen que un conocido, un vecino, no puede ser ese escritor famoso que aparece en los periódicos: Arthur Miller se encontraba sentado en un bar tomando una copa, cuando fue abordado por un hombre elegantemente vestido que le preguntó: -¿No eres tú Arthur Miller? -Sí, lo soy ¿por qué? -¿No te acuerdas de mí? -Tu cara me resulta familiar, pero… -Soy tu viejo amigo Sam. Estudiamos juntos en secundaria… -Me temo que… -La vida me ha ido bien. Poseo unos grandes almacenes ¿A qué te has dedicado tú? -Bueno, yo….a escribir -¿Y qué escribes? -Obras de teatro, sobre todo -¿Alguna vez te han producido alguna? -Sí, alguna. -Dime el título, a ver si la conozco. -Bueno… ¿tal vez has oído hablar de ‘Muerte de un viajante’? El hombre quedó perplejo, con la boca abierta. Su rostro palideció y quedó por un momento sin habla. Un rato después preguntó: -¿No serás tú el Arthur Miller escritor? En fin, cite textual, calculo que las anécdotas son reales. Y si no lo fueran, pintan de cuerpo entero a estos referentes de la literatura universal, muestran su lado humano, su falta de interés en la fama efímera. Recordamos también que Borges, al editar su primer libro, ‘Fervor de Buenos Aires’, solía dejar olvidado un ejemplar en las confiterías que frecuentaba con la esperanza de que algún lector ávido de poesía lo hiciera suyo. Y en tren de recordar, recordamos que un inmigrante gallego, empleado de la librería El Ateneo, fue el impulsor del contacto directo entre el autor y sus lectores, idea y germen que dio nacimiento a la actual feria del Libro.

Guiso de verduras

Ingredientes: 300 grs. de arvejas, 2 zanahorias, 500 grs. de papas, 1 cebolla,  2 zapallitos, 1 puerro (parte blanca), aceite, 2 dientes de ajo, 2 hojas de laurel, 1 copa de vino blanco, ½ Kg. de agua.

Preparación: Cortar los vegetales en cubos de 2 cms. Disponer en una cazuela con tres cucharadas de aceite, sal gruesa, y rehogar junto a los ajos picados, el laurel, y el vino. Incorporar las arvejas, el agua, y cocer a fuego lento hasta que todos los ingredientes estén tiernos y el caldo reducido.