Opinión

Cocina Gallega

En estos días de crisis mundial, paisanos que nuevamente deben cruzar las fronteras para buscar un futuro, castillos que se evaporan en el rancio aire europeo, dan vuelta en la memoria dichos que tienen que ver con la sabiduría popular, cuyo origen a menudo se desconoce. Se cuenta que los reyes de León solían pasar largas temporadas en tierras de Babia, huyendo de las intrigas de la Corte, y evitando de paso tomar decisiones.

En estos días de crisis mundial, paisanos que nuevamente deben cruzar las fronteras para buscar un futuro, castillos que se evaporan en el rancio aire europeo, dan vuelta en la memoria dichos que tienen que ver con la sabiduría popular, cuyo origen a menudo se desconoce. Se cuenta que los reyes de León solían pasar largas temporadas en tierras de Babia, huyendo de las intrigas de la Corte, y evitando de paso tomar decisiones. Cuando había que resolver alguna cuestión importante en su ausencia, los súbditos decían: “los reyes están en babia”, dando a entender que estaban en otra cosa, que no querían saber nada de nada. Cuando leo los periódicos pienso que los gobernantes actuales de aquí, allí y más allá también, están totalmente en babia, viven en babia, lejos de la realidad del pueblo llano, y sin ningún deseo de tomar las decisiones necesarias para el bien común, tarea por la que cobran, y muy bien; que los gobernantes pobres, como acoto más adelante son excepción, ocasión de burla para los idiotas. Todavía hay gente que repite el dicho “contigo, pan y cebolla” con una sonrisa y entornando los ojos de la manera mas romántica posible. Lo cierto es que la frase se acuña en Madrid en el siglo XVII, y contra lo pensado, no tenía la más minima connotación romántica, sino de auténtico y dramático realismo. Pan, aceite, con suerte una cebolla, solía ser la única comida entre las gentes del pueblo de esa época. Lo único que abundaba en la Villa real eran los gorriones, que a falta de otras carnes, también eran ofrecidos en fondas y figones en diversas preparaciones, fritos en la Plaza Mayor. Pensando en los pensionados españoles a los que dejaron fuera del sistema sin tener en cuenta el costo de vida en Argentina, y en los que aun cobrando deben soportar que los bancos pesifiquen al tipo de cambio oficial sus magras remesas, no tengo más que repetir que “el hilo siempre se corta por lo más delgado”. Y que nadie diga “o canto do galeguiño / e canto que nunca acaba; / Que empeza con talalila / e acaba con talalala”, según lo recogió Francisco Rodríguez Marin en sus ‘Cantos populares españoles’, Editorial Bajel, Buenos Aires, 1948. Del mismo libro rescato “De puerta en puerta un pobre / coge más cuartos / que quedándose en una / siempre parado. / Por esa cuenta / ando yo en mis amores / de puerta en puerta”. Tal vez, si en vez de esconderse detrás de tecnicismos, y repetir hasta el cansancio frases hechas, nuestros políticos recordaran los sencillos consejos de sus mayores, especialmente los que crecieron en la Universidad de la vida, las cosas no irían, como van, de mal en peor. Porque ninguno de esos ancianos les aconsejaría dar la espalda a sus semejantes, mirar por encima del hombro a sus votantes, o recluirse en una torre de lujo rodeados de alcahuetes a sueldo. Es cierto que es muy difícil hacer milagros en esta economía globalizada en la que estamos, literalmente, sumergidos, pero es una brisa de aire fresco la que nos anima, por ejemplo, cuando vemos a un presidente constitucional como Pepe Mujica, de Uruguay, circular en su viejo coche, vivir como siempre en su granjita, vestir la ropa que usa cualquier proletario, comer la pizza que le elabora su mujer casi a diario, caminar por la calle como cualquier hijo de vecino, y observar con sorna, y tal vez cierta tristeza, los lujos ostentosos de sus colegas presidentes, algunos con delirios de perpetuarse en el poder. Gobernar como cocerías el más pequeño de los pececillos, aconsejaba un dicho chino. Pocos lo tienen en cuenta, la mayoría sencillamente no sabe cocinar. Una lastima, tal vez en la carrera de Política se debería incluir Cocina Básica como materia obligatoria. Se dice que el líder vietnamita Ho Chi Minh fue cocinero en un carguero francés, y luego ayudante aventajado del chef Escoffier en el Carlton de Londres. Siguiendo con las analogías, podríamos decir que un cocinero nunca se puede comportar de manera dictatorial con sus comensales, no tener en cuenta sus gustos y necesidades: se quedaría solo observando las mesas vacías. Pero los políticos en su omnipotencia defraudan a sus votantes, los castigan con acciones demenciales, y suponen que los retendrán en su cono de sombra hasta la próxima elección con la ayuda de la mentira y la publicidad engañosa. Lo curioso es que generalmente lo logran. Será tiempo de tenedores cruzados, y dientes apretados, de exigir el pan ganado honradamente con el sudor de la frente.

Solomillo guisado
Ingredientes: 1 Kg. de solomillo de cerdo, 1 zanahoria, 100 grs. de arvejas, 500 grs. de papas, 2 dientes de ajo, 1 pimiento morro rojo, 1 cucharada de aceite, sal, pimienta, laurel. ½ litro de caldo de carne.
Preparación: Cortar la carne en cuadrados de 3 centímetros, la zanahoria blanqueada en rodajas, las papas en cubos, y el pimiento en juliana. Rehogar los pimientos y la zanahoria junto a los ajos enteros, en aceite de oliva. Incorporar la carne, dorar. Echar las papas. Salpimentar. Y añadir el laurel. Incorporar las arvejas, el caldo y hervir 40 minutos hasta que reduzca el líquido.