Opinión

Cocina gallega

Hoy que la juventud gallega muestra una noble inquietud por fijar con líneas bien destacadas la personalidad regional, es deber de todos aquellos que de buenos gallegos nos preciamos, ayudar resueltamente con nuestro esfuerzo a esa obra de resurgimiento (cultural).

Hoy que la juventud gallega muestra una noble inquietud por fijar con líneas bien destacadas la personalidad regional, es deber de todos aquellos que de buenos gallegos nos preciamos, ayudar resueltamente con nuestro esfuerzo a esa obra de resurgimiento (cultural).
Muchas maneras hay de contribuir a que Galicia ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de los pueblos que luchan ventajosamente por su progreso; pero en esa lucha debemos procurar sostener como algo intangible los lazos que nos unen con la tierra madre, no perdiendo nunca de vista las razones históricas, geográficas y lingüísticas que vienen a ser el sello racial que nos distingue de otros pueblos.
En los tiempos que corren, los usos y costumbres se van haciendo, como todos sabemos, más o menos universales”.
Las líneas precedentes podrían fácilmente corresponder a un discurso pronunciado hoy en alguno de los tantos actos de nuestra colectividad, sin embargo fueron escritas en gallego por Antonio García Hermida ¡en 1930! para el prólogo de un libro de poemas. Faltaban seis años para que España comenzara a desangrarse en la infame guerra fratricida, y allende los mares muchos paisanos pensaban con obsesión en su Patria. No sólo pensaban, sino que actuaban. El libro que prologaba García Hermida era ‘Os poemas galegos’ de Xosé María Chao Ledo, nacido en Villalba en 1844 y fallecido en Mondoñedo en 1894. Y era publicado en Buenos Aires por el ‘Centro Villalbés’. Dicha oportuna edición salvaría, tal vez del olvido definitivo, la escueta obra poética del cantor da Terra Cha; hijo de labriegos, este sacerdote retrató en sus poemas las costumbres y el habla cotidiana de los campesinos. A falta de letra impresa sus poemas eran recitados de memoria por la gente del pueblo, en algún caso sin saber quién era el autor, lo que da cuenta de la popularidad entre sus contemporáneos.
El mismo García Hermida, en otra parte de su prólogo, destaca la labor de los emigrantes con estas palabras: “El Centro Villalbés de Buenos Aires, al imprimir este libro, repara una gran injusticia dando a conocer como se merece, las preciosas composiciones de Chao Ledo, que estamos seguros han de ser leídas con verdadero placer por los amantes de las letras gallegas. (.) A los villalbenses que lejos de su tierra tanto amor y tanto cariño le demostraron con ésta y otras obras de corazón verdaderamente grandes y generosos, les damos nuestros parabienes más cumplidos con el sano y afectuoso deseo de que algún día, y que no sea tarde, puedan repetir llenos de gozo y alegría, en la casa donde nacieron, los versos del poeta”.
Como anduriñas obstinadas todos querían regresar a su tierra, pero promoviendo la cultura y las tradiciones propias hacían menos doloroso el exilio, que en la mayoría de los casos se extendió hasta el último suspiro, y colaboraban para que la llama de nuestra identidad nacional no se apagara.
En estos días, se cumplirá con el deseo de Suárez Picallo, esclarecido galleguista, y sus restos mortales dejarán la morada en que descansan muchos gallegos en el cementerio de la Chacarita y regresarán a Sada, su tierra natal. Descansará allí, don Ramón, cerca de su hermano fusilado en 1936, y podrá recorrer sus montes y valles en alegre compañía. Como en el inframundo no debe haber banderas ni desencuentros, tal vez comparta un vino de Ribeiro con el clérigo poeta que cantaba mejor a los labriegos que a los Ángeles del cielo y las cosas de la iglesia. Este cocinero conoció la obra de Chao Ledo en un volumen publicado en 1976  por Edición do Castro. Camino a la cocina podemos compartir una de las composiciones titulada ‘A volta de primaveira (imitación de Ovidio)’ y dice lo siguiente: “O brando Favonio xa sopra na veiga./ O merlo asubía fervendo de amor./ A doce ruliña xa brua na chousa./ Xa arruta nos soutos o cuco traidor.// Os nenos xa collen as lilas as maias/ na beira do río, no monte, no val./ Xardís son as veigas i os altos penedos./ Xardín delicioso volvéuse o toxal.// A cabra relouca nas brañas pacendo/ ó doce da Abella monótono son./ Roseiras, ourego, perfumes, cantares./ ¡Qué Dios te bendiga, garrida estación!/ O noso labrego sorrindo ademira/ os agros inmensos que veñen e van;/ os agros inmensos i as combas que fan.// Ei, Musa, desperta, ruliña graciosa./ Pasaron as neves, Abril xa chegóu./ Na beira do río pulsémola lira,/ as maias xa baila; xa o merlo cantóu.// Cantémolas vaigas, cantémolos montes/ cantémolos ríos i as voltas que fan;/ cantémolos agros, ruliña graciosa,/ os agros inmensos que veñen e van”.¡Quién tuviera un capón de Villalba ebrio de orujo y la Tierra Llana quemando en los pies!.


Ingredientes-Pollo con peras: 1 pollo grande/ 4 peras duras/ 1 cebolla/ 4 tomates / 100 grs. de manteca de cerdo/ 50 grs. de almendras/ 2 dientes de ajo/ 1 litro de caldo de ave.

Preparación: Trocear el pollo y salarlo. Derretir la manteca de cerdo y una cucharadita de aceite en una cazuela de barro. Dorar las presas de pollo a fuego vivo. Sacar y reservar. Picar la cebolla y sofreírla en la misma grasa, cuando empieza a dorarse añadir los tomates pelados, sin semilla y picados. Dejar unos minutos a fuego medio e incorporar los trozos de pollo. Añadir el caldo caliente y cocer tapado unos 45 minutos. A media cocción incorporar las peras. Aparte preparar la picada machacando en el mortero los ajos y las almendras peladas y levemente tostadas. Añadir un poco de caldo hasta obtener una pasta. Agregar todo a la cazuela y cocer unos minutos más. Servir disponiendo la carne con la salsa en el centro, y las peras fileteadas alrededor.