Opinión

AVE

La ministra Álvarez se ha paseado por las obras del AVE gallego. Los periodistas con años de profesión a cuestas sabemos cómo nos toman el pelo los políticos con sus visitas (a qué van, si no son ingeniero o peón) para comprobar el estado de las obras públicas, rodeados de aduladores, de mentiras sobre plazos y de frases hechas para la cámara con vistas a sus intereses de partido (tendríamos que aprender a decir que los
La ministra Álvarez se ha paseado por las obras del AVE gallego. Los periodistas con años de profesión a cuestas sabemos cómo nos toman el pelo los políticos con sus visitas (a qué van, si no son ingeniero o peón) para comprobar el estado de las obras públicas, rodeados de aduladores, de mentiras sobre plazos y de frases hechas para la cámara con vistas a sus intereses de partido (tendríamos que aprender a decir que los intereses de partido son intereses particulares, por oposición al interés de la sociedad). Los periodistas que, además, hemos trabajado en agencias de publicidad, sabemos cómo son las facturas que se envían a la Administración por estos actos de canapé y folleto de diseño. España destaca en Europa por la siniestralidad laboral, y las obras del AVE en Galicia destacan del resto de las obras españolas por la siniestralidad y el incumplimiento de las normas laborales. Los trabajadores de ambas orillas del Miño son víctimas de la doble moral de la globalización y son obligados a enfrentarse entre sí, produciendo un resultado desastroso para ambos pero muy suculento para los subcontratistas y para el Estado, que abarata costes a costa de heridos y precariedad extrema (algunos peones portugueses no alcanzan los 800 euros). Lo que a mí me preocupa no es todo lo anterior en sí mismo, pues es algo a lo que puedo mirar a la cara y tiene solución. Lo que me asusta es que a todo el mundo le dé igual y estemos más preocupados por el plan de rescate de Bush a los especuladores.